Málaga, 3 de febrero de 2021
Mirian del Olmo Moreno
Trabajadora social, técnica de empleo de colectivos vulnerables, intérprete de lengua de signos, especialista en mediación y profesora de Kundalini Yoga
Uno de los talones de Aquiles de las ciencias sociales es lo que nos cuesta a las profesionales sentarnos a escribir, hay mucho trabajo de campo sin documentar, que tan sólo se ve resumido en memorias anuales que terminan siendo esquemas, tablas, números de objetivos inhumanizados y gráficas de barras. Dentro de las ciencias sociales, entendiendo la intervención social como las raíces, el trabajo social sería el tronco de este árbol, con demasiada poca producción escrita para tan grosso como abarca. Nuestro árbol da sombra y cobijo a muchas otras plantas y como una de las ramas de su tronco está la orientación laboral.
El trabajo social es la columna vertebral y transversal de la atención directa y del trabajo multidisciplinar. Entiendo la orientación laboral como una rama del trabajo social, aunque no todas las profesionales que ejercen como técnicas de empleo son trabajadoras sociales. El trabajo social bajo el prisma de su amplio significado constituye la fundamentación de la orientación laboral ya que todo proceso formal para mejorar la calidad de vida de una persona, unidad familiar o grupo de personas es el fin último del trabajo social.
Así, la orientación laboral en el contexto socio-histórico en el que vivimos aparece antes o después en el itinerario de intervención, en cualquier caso, grupo o comunidad. Debido a las circunstancias económicas, muchas veces el factor de la inclusión laboral es determinante para sobrepasar o no, la línea de la exclusión social, el riesgo de la situación de calle o de la accesibilidad a la normalización y completa integración, como en el caso de las personas inmigrantes solicitantes de protección internacional o refugiadas.
Vivimos en la sociedad líquida, el entorno VUCA, acrónimo del inglés, en español VICA. El concepto VUCA fue acuñado por la Escuela de Guerra del Ejército de los Estados Unidos para describir el contexto socio-histórico en el que se encontraban las relaciones internacionales al terminar la Guerra Fría, VUCA viene de: V de volatilidad, U de incertidumbre(uncertaninty), C de complejidad y A de ambigüedad. El concepto fue rescatado en el área empresarial y de marketing y poco a poco (vete tú a saber por qué) se ha ido extendiendo y aplicando a todo ámbito socio-político, laboral y económico.
Con este marco interventivo, el factor socio-laboral y económico son determinantes, eso es innegable por lo que en el conjunto de la intervención con cualquier caso la orientación hacia el empleo ha ido adquiriendo cada vez más relevancia, llegando a brotar esta rama dentro de nuestro árbol. Poco a poco, la figura de la técnica de empleo va consolidándose como imprescindible dentro de proyectos de intervención tan ambiciosos como el ERACIS en Andalucía, por citar un único ejemplo, donde la intervención multidisciplinar no se entiende sin la orientación y seguimiento de una búsqueda activa de empleo acompasada con las otras áreas de intervención o pautas a mejorar, como pueden ser la salud, educación, crianza, autoestima y/u otros aspectos psicosociales. En las entidades privadas, empresas del tercer sector, ONGs, fundaciones, etcétera, el área de empleo cuenta ya con un largo recorrido y siguen brotando nuevos programas y proyectos sumándose a los más consolidados como el Incorpora de La Caixa*, de los más veteranos, o las lanzaderas de empleo. De ahí que la especialización de los perfiles profesionales que trabajamos bajo la amplia etiqueta de ser técnicas de empleo tengamos que ser multitarea, flexibles, en continua adaptación al cambio y muy resilentes. Además de tener muy arraigadas y en continuo crecimiento nuestras softs skills o competencias blandas. Las técnicas de empleo tenemos muchas veces que autoformarnos, ya que nuestra profesión aún no cuenta con formación formal reglada, e irnos especializando según, también, la demanda del sector, nuestras propias preferencias o competencias.
Cuando en tu propio jardín profesional, en tu árbol de trabajo social te sale la rama de la orientación, casi que la esperabas porque eres trabajadora social: lo tuyo es la escucha activa, empatizar y saber acompañar, pero si los brotes tiernos son del ámbito de empleo, no sabes muy bien a qué atenerte al principio.
Sean cuales sean los motivos por los que una termina en este vaivén de contratos temporales enlazando una interinidad con una subvención o un contrato temporal por obra y servicio con una partida presupuestaria, la orientación laboral es apasionante cuando te permites madurar sus frutos.
En estos momentos tan crudos a nivel socio-económico y pandémico donde la precariedad laboral asalta desde cualquier esquina deberían de tenernos a las técnicas de empleo en todo centro de servicios sociales para poder atender con urgencia cualquier emergencia socio-laboral o para pasar consulta como técnicas de empleo de cabecera o familia porque no conozco a nadie que no haya necesitado alguna vez resolver una incertidumbre laboral, reorientar su objetivo laboral o simplemente saber dónde y cómo llevar ese CV a buen puerto. Para eso y mucho más somos y estamos las técnicas de empleo, profesión, aunque invisibilizada con gran anclaje por su innegable utilidad y funcionalidad.
Espero que estas palabras sirvan de reconocimiento para todas las grandes compañeras de la orientación laboral y anime a acercarse a este dinámico jardín interventivo a más trabajadoras sociales. Y por qué no, que anime a mejorar las condiciones laborales de todas las que nos dedicamos a mejorar el futuro laboral de las personas más vulnerables o con más necesidades de apoyo.