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Huelva, 26 de mayo de 2021

Noelia Cruz González
Directora de EFES Formaciones,
Trabajadora Social, Formadora y Doctoranda en Estudios Interdisciplinares de Género.

¿Alguna vez te has preguntado porque los casos de suicidio no suelen aparecer en los medios de comunicación o porque no se habla tanto de esta problemática de salud pública? En este artículo te ofrezco las claves a estas cuestiones:

En la actualidad, el suicidio constituye un problema de salud pública. Alrededor de 800.000 personas fallecen por este motivo cada año. Estableciendo una muerte por suicidio cada 40 segundos en el mundo, siendo la segunda causa de defunción entre las personas jóvenes de 15 a 29 años de edad (Organización Mundial de la Salud, 2019).

Sin embargo, a pesar de estos datos, existe un gran estigma que recae sobre las diferentes patologías relacionadas con la Salud Mental y el tabú social sobre la muerte. El suicidio en España se escribe con “s” de silencio, como menciona la revista Gaceta Médica (2020).

Esta problemática de salud pública y social es entendida como la “punta del iceberg” de algo más profundo. Los casos ocultos son muchos más que los recogidos en datos oficiales. Según el Instituto Nacional de Estadística (2018), en España, se suicidan 10 personas cada día, lo que supone más del doble de muertes por accidente de tráfico; 13 veces más que las muertes por homicidio y, 67 veces superior a los casos de muerte por Violencia de Género. 

No obstante, estos datos tan abrumadores muestran contraposición con el silencio sobre la primera causa de muerte externa en nuestro país. Ni que decir tiene que, todo este ocultamiento de una realidad tan contundente posee denominación, es el conocido “Efecto Werther”, como menciona Álvarez Torres en su obra (2012). Restando visibilidad a una realidad (por miedo a la imitación o contagio) que, según muchas expertas y expertos exige transparencia e información responsable. 

La Organización de Naciones Unidas (ONU) viene alertando de esta otra pandemia silenciosa. El 10 de septiembre de 2020, Día Mundial Contra el Suicidio, esta misma organización instó a los países miembros a poner en marcha diferentes planes de prevención contra el suicidio. Sólo 38 países tienen establecido un Plan Nacional de Prevención del Suicidio, en concreto para España, es una asignatura pendiente. Por este motivo, la Confederación de Salud Mental España reitera e insiste en su reivindicación, siendo este año más necesario que nunca. Debido al Covid – 19, las enfermedades y patologías relacionadas con la Salud Mental se han disparado. La incertidumbre, desilusión y desesperanza se ha instalado en nuestro imaginario colectivo, llegando a provocar mayores tentativas de suicidio y/o actos de suicidio consumado. 

En cambio, se ha observado que, durante los primeros meses de confinamiento, descendió el número de llamadas al teléfono de la esperanza. La familia y el hogar ejerció de factor de protección de las personas en riesgo, favoreciendo e incentivando la comunicación interpersonal. 

El Instituto Nacional de Estadística recoge en sus encuestas, periodo de enero a mayo 2020, una bajada de la tasa de suicidios y autolesiones infligidas, indicando un total de 1.343 muertes por suicidio. Descenso considerable respecto a otros años, como, por ejemplo, 2018: 3.539 personas fallecidas por suicidio. A pesar de este descenso, el teléfono de la esperanza jamás ha dejado de sonar. En Huelva, esta línea de atención y ayuda a las personas solicitantes ha duplicado el número de atenciones telefónicas diarias, con más de 3.500 llamadas en lo que transcurre de año y, más de 200 consultas a profesionales.

Siguiendo con la temática, no debemos olvidar que esta problemática social presenta una perspectiva de género, en su mayoría desconocida por la población general. Las mujeres muestran tres o cuatro veces más tentativas de suicidio que los hombres. Mientras que, los hombres consuman más el acto suicida. Pero, la curiosidad radica en la siguiente dicotomía de género: la mujer emplea métodos más silenciosos o pasivos (ingesta de fármacos o inhalación de monóxido de carbono), que exigen poca letalidad. Este hecho puede residir en su mayor rechazo hacia la violencia “culturalmente” o bien, en la siguiente idea estereotipada: “el hombre es más agresivo”. En consonancia, el perfil masculino ante la ideación y acto suicida no busca ni solicita apoyo ante el sufrimiento. Los suicidios masculinos tienen una estrecha relación con las dificultades emocionales y el modo de afrontamiento de estas. A consecuencia de la estructura social y la propia socialización diferencial, el hombre ha sido educado con la siguiente idea: “no es de hombres expresar las emociones, los hombres no lloran”. Implicando una falta de comunicación y retraimiento, siendo esto perjudicial para la salud mental del sujeto. En conclusión, el acto suicida se ha convertido en otra conducta estereotipada más de la sociedad heteropatriarcal en la cual estamos inmersas e inmersos.

Para finalizar, desde la disciplina del Trabajo Social se reclama la elaboración urgente de una propuesta estratégica nacional para la prevención del suicidio. Como dicta Nel González Zapico (Presidente de la Confederación de Salud Mental España) es necesario fomentar una sociedad más humana, empática, menos competitiva y materialista, basada en la educación e inteligencia emocional. La intervención social debe sustentarse en la evidencia científica, para el desmantelamiento de mitos sobre la conducta suicida y tabúes sobre el papel de la muerte en el proceso vital.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Álvarez Torres, Mayte. (2012). Efecto Werther: Una propuesta de intervención en la facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (UPV/EHU). Norte de salud mental, 10 (42), págs. 48 – 55.

Del Saz, Nuria. (22 de julio 2020). Otra pandemia silenciosa. El Diario. Recuperado de https://www.eldiario.es/retrones/pandemia-silenciosa_132_6109079.html

Instituto Nacional de Estadística. (2020). Defunciones según causa. Recuperado de https://www.ine.es/jaxi/Datos.htm?path=/t15/p417/covid/l0/&file=03001.px

Instituto Nacional de Estadística. (2017). Defunciones por suicidio. Recuperado de https://www.ine.es/dynt3/inebase/es/index.htm?padre=5453&capsel=5454

NIUS DIARIO. (17 de julio de 2020). Las cifras del suicidio en España: ya provoca el doble de muertes que los accidentes de tráfico. Recuperado de https://www.niusdiario.es/salud-y-bienestar/datos-suicidio-primera-segundacausa-muerte-externa-espana-doble-accidentes-trafico_18_2980170137.html

Organización Mundial de la Salud. (2019). Suicidio. Recuperado de https://www.who.int/es/news-room/factsheets/detail/suicide

Ruíz, Mario. (17 de julio 2020). Prevención del suicidio: Sanidad apoya el papel de los medios de comunicación.Gaceta Médica. Recuperado de https://gacetamedica.com/politica/prevencion-del-suicidio-sanidad-apoya-el-papelde-los-medios-de-comunicacion/

Huelva, 27 de abril de 2021

Alba López Pozo.
Trabajadora Social.
Máster Universitario en Estudios de Género, Identidad y Ciudadanía

Hoy en día, todo el mundo habla sobre la perspectiva de género, desde personas físicas, entidades hasta Administraciones Públicas. Sin embargo, realmente muy pocas personas conocen lo que se esconde detrás cuándo se habla de ‘perspectiva de género’. En muchos documentos se denomina también transversalidad de género o mainstreaming de género.

La perspectiva de género ‘se refiere a la metodología y los mecanismos que permiten identificar, cuestionar y valorar la discriminación, desigualdad y exclusión de las mujeres, que se pretende justificar con base en las diferencias biológicas entre mujeres y hombres, así como las acciones que deben emprenderse para actuar sobre los factores de género y crear las condiciones de cambio que permitan avanzar en la construcción de la igualdad de género’ (Gobierno de México, 2021). Por lo que la perspectiva de género pretende reducir la desigualdad construida culturalmente.

La transversalidad de género surge en el año 1985 en la III Conferencia Mundial sobre las Mujeres (Naciones Unidas, 1985). La transversalidad de género surge como equidad entre hombres y mujeres a través de las políticas específicas de igualdad. Estas políticas recogen medidas de acción positivas dirigidas a las mujeres que son incorporadas en todas las etapas de la actividad política: diagnóstico; planificación; ejecución y evaluación.

Sin embargo, la perspectiva de género no solo se enmarca a nivel político, sino que es una ‘visión’ de la realidad diaria. Una metáfora muy utilizada para explicar estas intervenciones es la llamada ‘gafas violetas’. ‘Las gafas violetas’  es como decir ‘mira desde otro punto de vista, mira desde mi punto de vista como mujer’. Esta herramienta pretende ser una mirada crítica que deconstruya de forma intrínseca el patriarcado construido desde hace siglos en el cual subordina a la mujer por parte del hombre debido a la cultura y tradición. 

El machismo está intrínseco en las estructuras de la sociedad desde hace muchos siglos a todos los niveles (local, autonómico, estatal e internacional) es por ello que se diseñaron normativas para comenzar a reducir las desigualdades de oportunidades entre hombres y mujeres; prevenir la violencia contra las mujeres, etc. 

Las normativas más destacables son las siguientes:

  • Constitución Española.
  • Instrumento de ratificación del Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra la mujer y la violencia doméstica, hecho en Estambul el 11 de mayo de 2011.
  • Instrumento de Ratificación por parte de España del Tratado de Ámsterdam por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea, los Tratados Constitutivos de las Comunidades Europeas y determinados actos conexos, firmado en Ámsterdam el 2 de octubre de 1997.
  • Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.
  • Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.
  • Ley 4/2015, de 27 de abril, del Estatuto de la víctima del delito.

Excepto la Constitución Española, las demás normativas recogen medidas que promueven la discriminación positiva. 

En 2015, desde Naciones Unidas se estableció un acuerdo con 193 países con los objetivos que persiguen la igualdad entre las personas, proteger el planeta y asegurar la  prosperidad   como parte de una nueva agenda de desarrollo sostenible. Un nuevo contrato social global que no deje a nadie atrás. Estos objetivos se denominan los Objetivos del Desarrollo Sostenible y son 17 en total. 

Sin embargo, aun habiendo normativa que obliga a las distintas instituciones a todos los niveles a intervenir día a día incluyendo la perspectiva de género, la realidad es otra muy distinta.

Hoy en día sigue existiendo, entre otros aspectos, profesiones masculinizadas o feminizadas, el llamado ‘Techo de Cristal’,  urbanismo masculinizado, ocultamiento del papel de la mujer en la Historia, culpabilidad de las mujeres en el ámbito familiar, lenguaje excluyente, vergüenza propia en el contexto sexual por parte de las mujeres, etc… Cabe añadir, la inadecuada gestión emocional por parte de los hombres, exceso de responsabilidad económica varonil, falta de habilidades socio-comunicativas para expresar pensamientos y sentimientos por parte de los hombres, etc. En este artículo se realiza una breve reseña a algunos de los aspectos mencionados anteriormente:

  • Urbanismo masculinizado

Según Serafina Amoroso (2020), ‘las mujeres viven en ciudades que no han sido diseñadas para y por ellas’ (Revista Crítica Urbana, 2020). Esta autora hace referencia a los distintos patrones de movilidad y de la utilidad del transporte público diferenciado entre hombres y mujeres. Las mujeres, por su rol tradicional de cuidadora suelen realizar recorridos más complejos (el hombre suele ir de casa-trabajo-casa; en cambio la mujer suele realizar casa-trabajo-compra-colegio-dentista-etc) y prácticamente diurno, ya que debido a la poca iluminación (entre otros factores) las mujeres temen salir de noche por si pudiera ocurrir algún tipo de agresión. Cabe resaltar que en las grandes ciudades, principalmente, cada vez están más concienciadas, por lo que toman medidas, como, por ejemplo, que el autobús urbano permita acercar a las mujeres lo máximo posible a su domicilio.

  • Lenguaje excluyente

A través del lenguaje se expresa los pensamientos, costumbres y cultura de un grupo determinado. El lenguaje influye en la discriminación y en la desigualdad de forma natural que históricamente ha ocurrido, y sigue ocurriendo, entre hombres y mujeres.

Según la UNED ‘el sexismo lingüístico es el uso discriminatorio del lenguaje que se hace por razón de sexo. Tal y como considera la lingüista Eulalia Lledó “el lenguaje no es sexista en sí mismo, sí lo es su utilización. Si se utiliza correctamente también puede contribuir a la igualdad y a la visibilización de la mujer” (UNED, 2021).

Un ‘truco’ para afirmar que un texto es sexista es la denominada ‘regla de inversión’, es decir, consiste en convertir los términos masculinos por femeninos, y viceversa.

  • Inadecuada gestión emocional por parte de los hombres

La cultura y tradición machista ha influido en una represión emocional por parte de los hombres tanto en el ámbito público como el privado (‘los niños y los hombres no lloran’).

La Organización Mundial de la Salud define la salud emocional como ‘estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad’ (recogido por DKV, 2019). 

Es por ello, que a la hora de afrontar ciertas experiencias no tienen herramientas para gestionar las emociones que éstas les producen. La Universidad Autónoma de Barcelona recoge que la autogestión emocional es una de las competencias del autoliderazgo consciente, que nos permite ser los propios gestores de nuestro proyecto de vida. Entrenarnos para afrontar emociones desfavorables o negativas y estimularnos con emociones positivas son la clave para la construcción de nuestro bienestar’ (Universitat Autònoma de Barcelona, 2021).

  • Exceso de responsabilidad económica varonil

Como es conocido, la gran mayoría de las mujeres cobran menos que los hombres. Esto es debido principalmente a que las mujeres siguen siendo las cuidadoras principales del hogar. Hace unas décadas, las mujeres se incorporaron al mundo laboral y lo hacían como ‘entretenimiento o para pagar sus cosillas’. Los hombres eran quienes ‘traían’ el grueso económico a casa para pagar la hipoteca, ropa, comida, etc. De ahí la expresión conocida como ‘cabeza de familia’. Sin embargo, aunque actualmente las mujeres tienen más independencia económica, a nivel salarial siguen permaneciendo al mismo nivel desigualitario. 

Esto da lugar a que, actualmente, aunque mujer y hombre trabajan con la misma jornada laboral en el mismo puesto de trabajo, sigue siendo el hombre, por el mero hecho de serlo, el responsable de sustentar económicamente el hogar. 

Estos son solo algunos de los aspectos que se relacionaba con la ‘no perspectiva de género’ que al día de hoy se han ido reduciendo gracias a herramientas como los Planes de Igualdad. Un Plan de Igualdad es ‘un conjunto ordenado de medidas evaluables, dirigidas a remover los obstáculos que impiden o dificultan la igualdad efectiva de mujeres y hombres, y a eliminar la discriminación por razón de sexo en las empresas. El plan de igualdad se estructura tras la realización previa de un diagnóstico, negociado con la representación legal de las personas trabajadoras, y elaborado en la comisión negociadora de dicho plan de igualdad. Los planes de igualdad deberán fijar los objetivos de igualdad a alcanzar, las estrategias y prácticas a adoptar para su consecución. También deben incluir el establecimiento de sistemas eficaces de seguimiento y evaluación de los objetivos fijados’ (Unión Sindical Obrera, 2020)

Para concluir, la mayoría de las personas trabajan cada día con y por la perspectiva de género, en la igualdad entre hombres y mujeres, sin importar el tamaño del gesto, ni el ámbito de actuación (educación; sanitario; histórico, político, social, etc.) lo importante es que la perspectiva de género está en movimiento y que se está visibilizando a las mujeres que han sido borradas de la historias (como científicas; escritoras; etc.) así como promover espacios accesibles y seguros sin importar si es de día o de noche. 

Referencia

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