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Madrid, 5 de mayo de 2022

Rubén Yusta Tirado
Trabajador Social especializado en el ámbito de la gerontología.
Doctorando en Trabajo Social por la UCM

Han pasado ya más de dos años desde que en España se decretó el Estado de Alarma. Una situación que, sin duda, cambió la vida de todos y todas y, en especial, de las personas mayores de nuestro país. Han tenido que pasar los meses para poder ser conscientes, no solo del impacto directo que esta pandemia ha tenido para este sector, que en la actualidad, solo en el ámbito residencial se traduce en más de 32.000 decesos, sino para poder tomar distancia y a la vez conciencia de las consecuencias que esta enfermedad ha tenido en lo que actualmente se conoce como el Cuarto Pilar del Estado de Bienestar (Navarro y Pazos, 2020) o como el Pilar de los cuidados (Gallardo y Sánchez, 2020). 

Pero vayamos al origen de la que ya podemos categorizar como anómala situación dentro del ámbito de la gerontología. Tras el grave impacto del Covid-19 en el ámbito de la gerontología en general y en el ámbito residencial en particular, profesionales, entidades y organizaciones públicas coincidían en un aspecto: lo sucedido en las residencias españolas, no podía volver a ocurrir. Para ello, y dejando atrás un sinfín de cuestiones sucedidas en los meses más duros de la pandemia y sobre las que aún apenas se han depurado responsabilidades, diferentes organizaciones e instituciones se fueron haciendo eco de la necesidad de cambio en nuestro actual sistema de cuidados de larga duración. Un claro ejemplo de esto fue la Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país, promovida por Fundación Pilares (2020) y a la que se sumaron más de 1000 profesionales de diversas disciplinas. Este documento pretendía, tal y como se ha señalado, aprovechar la compleja situación vivida durante la pandemia para crear e impulsar un nuevo modelo de cuidados, tanto en el ámbito domiciliario como en el residencial. Pues bien, ¿qué ha quedado de todo aquello? ¿Hasta dónde ha llegado todo este “empuje” por parte de profesionales y entidades y cuánto de todo esto está llegando realmente a las personas usuarias?. 

Si tuviéramos que responder de una forma rápida a estas preguntas, podríamos afirmar que poco o nada ha cambiado la situación de las personas mayores en estos dos últimos años, atendiendo a las afirmaciones de Pérez et al., (2022) y Vila (2022). En cambio, si queremos hacer un buen análisis de la situación actual de este cuarto pilar, es importante que analicemos qué cuestiones motivan estas afirmaciones y, en definitiva, esta pérdida de fuerza y de motivación respecto a los principios desarrollados en 2020. 

Muchas instituciones y profesionales, se han hecho eco de la sobrecarga que las personas dedicadas a la intervención sociosanitaria, han sufrido durante los meses más complejos de la pandemia (Elola, 2020; Blanco-Donoso, 2021). Como respuesta a esto, algunas instituciones y manifestaciones, han señalado la necesidad de cuidar a estas personas cuidadoras y de establecer acciones que mejoraran sus condiciones sociolaborales, facilitando aspectos como la conciliación familiar, el nivel socioeconómico y, por consiguiente, la disminución de los niveles de sobrecarga en este sector. En relación a esto, la realidad nos aporta una respuesta clara, la cual la encontramos en la negociación del VIII Convenio Colectivo para el ámbito residencial que, en palabras de de Martí (2022), debería estar vigente desde hace 3 años y cuya pugna se encuentra en el desacuerdo entre sindicatos y patronales de residencias por el aumento del IPC. En el ámbito de la atención domiciliaria, sector en el que suele emplearse el Régimen Especial de Empleados del Hogar, la situación no dista mucho de la anterior, puesto que aunque poco a poco parece que ya se va avanzando en la subsanación de este aspecto, aún hoy en día estas personas siguen sin tener derecho a la prestación por desempleo a la finalización de su contrato. Sin duda, aspectos muy relevantes en cuanto a la mejora de las condiciones laborales de los y las profesionales de este sector. 

Pero los cambios, o la ausencia de éstos, no sólo están afectando a los y las profesionales del ámbito de la gerontología. Las personas usuarias también están siendo protagonistas de esta ausencia de medidas tras la pandemia, tal y como se está poniendo de manifiesto en bastantes Comunidades Autónomas. Sin ir más lejos, la entrada en vigor del nuevo Acuerdo Marco de la Comunidad de Madrid, dejaba a más de 600 personas usuarias en una situación de vulnerabilidad al tener que buscar un nuevo centro residencial (Tragacete, 2022), al quedarse fuera de este acuerdo varios centros concertados de la región. 

Cabe destacar que, en esta Comunidad Autónoma, más del 75% de las residencias son privadas (Abellán et al., 2018), por lo que podemos hacernos a la idea de lo que podría haber supuesto para las personas usuarias la salida del acuerdo de más centros.  

Pero esto no es algo que únicamente suceda en la capital, ya que hace apenas unos días también descubrimos que el reglamento de un centro residencial de Alcalá de Guadaíra, fijaba sanciones para las personas usuarias que pudieran hacer declaraciones que supusieran el “descrédito” del centro residencial (Sosa, 2022), lo que sin duda choca de forma directa con los principios de dignidad, individualidad, autodeterminación y promoción de la autonomía que desde un primer momento han formado parte de la piedra angular de este nuevo sistema de cuidados y, por tanto, de nuestro cuarto Pilar del Estado de Bienestar. 

Por último, no podemos olvidarnos de la Ley de Dependencia, motor principal de la atención a las personas mayores y/o dependientes de nuestro país que, tras más de 15 años de desarrollo, sigue presentando carencias en cuanto a su aplicación y en la llegada de las prestaciones y servicios a la ciudadanía, lo cual es manifestado por múltiples profesionales instando a una necesaria renovación que permita ajustar estas prestaciones y servicios a las necesidades y preferencias de las personas usuarias (Novillo y Cubero, 2021; Sanchís, 2022). 

En definitiva, nos encontramos ante una situación en la que podemos confirmar, a tenor de lo desarrollado, que la oportunidad de cambio que muchas instituciones y profesionales identificaron en las complejas situaciones vividas tras la pandemia, apenas ha servido para cambiar la realidad del sector más golpeado por la situación de emergencia vivida en los dos últimos años. Parece ser que todos los propósitos, iniciativas y proyectos de enmienda y mejora, apenas han calado en las principales instituciones prestadoras de servicios y, en mucho menor grado, en la situación de las personas mayores de nuestro país. Por tanto se puede afirmar que la situación, lejos de mejorar, continúa en un proceso de languidecimiento en el que los principales afectados son las personas usuarias y las personas profesionales que conforman el actual sistema de cuidados a nivel nacional. Todo ello, no hace más que indicarnos el largo camino que tenemos por delante y la necesidad de, ahora sí, comenzar a trabajar en un nuevo modelo de cuidados integral e integrado por todos los agentes que confluyen en este ámbito. 

BIBLIOGRAFÍA

Abellán, A., Aceituno, M. P., y Ramiro, D. (2018). Estadísticas sobre residencias. Distribución de centros y plazas residenciales por provincia. Datos de julio de 2017. Informes Envejecimiento en Red Nº18. http://envejecimiento.csic.es/documentos/documentos/enred-estadisticasresidencias2017.pdf

Blanco-Donoso, L. M. (2021). Riesgos psicosociales del personal de residencias geriátricas en el contexto del COVID-19. Archivos de Prevención de Riesgos Laborales, 24(4), 414-419. DOI: https://doi.org/10.12961/aprl.2021.24.04.08

De Martín, J. (2022). Desacuerdo en las tablas salarias de residencias 2022. InfoResidencias.com. https://www.inforesidencias.com/blog/index.php/2022/02/28/desacuerdo-en-las-tablas-salarias-de-residencias-2022/

Elola, F. J. (Dir.). (2020). Los sanitarios frente a la COVID-19. La reforma necesaria del Sistema Nacional de Salud. Instituto para la Mejora de la Asistencia Sanitaria. http://sectcv.es/wp-content/uploads/2020/04/LOS_PROFESIONALES_SANITARIOS_FRENTE_A_LA_COVID-19.pdf

Fundación Pilares. (2020). Declaración en favor de un necesario cambio en el modelo de cuidados de larga duración de nuestro país. Fundación Pilares para la Autonomía Personal. https://www.fundacionpilares.org/wp-content/uploads/2020/08/Declaración-en-favor-de-un-cambio-de-modelo-en-el-ámbito-de-los-cuidados-de-larga-duración.pdf

Gallardo, L., y Sánchez, E. (2020). ¿Para qué servimos las trabajadoras sociales?. Catarata. 

Navarro, V., y Pazos, M. (Coords.) (2020). El cuarto pilar del Estado de Bienestar. Una propuesta para cubrir necesidades esenciales de cuidado, crear empleo y avanzar hacia la desigualdad de género. Comisión para la reconstrucción social y económica. https://www.upf.edu/documents/3943251/0/INFORME+-+4º+Pilar+del+Estado+del+Bienestar/80828c07-ae14-8419-2225-f18c2744fb93

Novillo, B., y Cubero, M. (2021). Los factores sociales en el acceso a las prestaciones y servicios del catálogo de servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia de la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de Dependencia. Trabajo Social Hoy, 92(1), 125-137. DOI: http://dx.doi.org/10.12960/TSH.2021.0006

Pérez, S., Noriega, D., y Borraz, M. (7 de febrero de 2022). Nada ha cambiado en las residencias dos años y 32.000 muertos después. Eldiario.es. https://www.eldiario.es/sociedad/cambiado-residencias-anos-32-000-muertos-despues_1_8719287.html

Sanchís, J. (31 de marzo de 2022). La dependencia acumula casi 14.000 casos sin resolver y dos años de retrasos. Las Provincias. https://www.lasprovincias.es/comunitat/dependencia-acumula-14000-20220330163338-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.lasprovincias.es%2Fcomunitat%2Fdependencia-acumula-14000-20220330163338-nt.html

Sosa, M. (12 de abril de 2022). Una residencia fija sanciones para los mayores que hagan declaraciones que supongan el “descrédito” del centro. El País. https://elpais.com/sociedad/2022-04-12/una-residencia-fija-sanciones-para-los-mayores-que-hagan-declaraciones-que-supongan-el-descredito-del-centro.html

Tragacete, M. (24 de abril de 2022). La entrada en vigor del nuevo acuerdo marco de residencias de Madrid obliga a trasladar de centro a 649 mayores. 20minutos. https://www.20minutos.es/noticia/4975360/0/traslado-mayores-residencias-comunidad-madrid-entrada-vigor-nuevo-acuerdo-marco/

Vila, I. (16 de marzo de 2022). ¿Está cambiando la pandemia las residencias de mayores?. El país. https://elpais.com/podcasts/hoy-en-el-pais/2022-03-16/cambiara-la-pandemia-las-residencias-de-mayores.html

Madrid, 15 de diciembre de 2021

Rubén Yusta Tirado
Trabajador social especializado en el ámbito de la gerontología.
Doctorando en Trabajo Social por la Universidad Complutense de Madrid

Según reflejan los principales estudios relacionados con el análisis de las residencias para personas mayores en España, las empresas privadas juegan un papel fundamental en el desarrollo de la atención gerontológica en estos servicios residenciales. Esto se refleja en los datos que manejamos actualmente, que indican que más del 70% de los centros residenciales son de titularidad privada y aproximadamente el 85% del total de las plazas residenciales están gestionadas por empresas (Abellán, Aceituno, Ramiro y Castillo, 2021). En este escenario, cada vez es más habitual que entre las competencias y funciones que se solicitan, o en algunos casos se asignan, en las ofertas de empleo relacionadas con este ámbito, aparezcan las funciones comerciales relacionadas con el puesto de trabajador/a social. 

Es necesario reseñar que, cuando hablamos de funciones comerciales, nos referimos al ejercicio de tareas ajenas a la intervención social, relacionadas con el contacto con instituciones externas con un fin relacionado con el marketing, con la difusión comercial de la “marca” que se encuentra tras la gestión del centro y todas aquellas tareas afines a esta práctica. Esto es un tema controvertido puesto que, si hacemos un análisis de los principios básicos o generales de la profesión, recogidos en el Código Deontológico del Trabajo Social (Consejo General del Trabajo Social, 2012), ninguno de ellos está relacionado o se encuentra próximo a estas funciones. 

Por todo ello, y por el gran desarrollo y presencia que actualmente tiene el Trabajo Social en ámbito de la gerontología y, por consiguiente, en el ámbito residencial, es necesario que llevemos a cabo un análisis que articule y sustente las distancias existentes entre el Trabajo Social y estas funciones comerciales que, en muchas ocasiones, suponen una barrera y un inconveniente para el desarrollo profesional por parte de los/as trabajadores/as sociales en un ámbito que, como estamos viendo, se encuentra en pleno desarrollo y que es fundamental en la articulación de los que muchos/as autores/as identifican como el cuarto pilar del estado de bienestar (Gallardo y Sánchez, 2020). 

A continuación vamos a analizar los motivos que alejan al Trabajo Social de las tareas comerciales en el ámbito residencial, amparándonos en los principios y fundamentos que sustentan nuestra profesión y nuestra disciplina científica y en el funcionamiento general de estos centros residenciales. 

  • Ratios de personal. Antes de entrar de lleno en el análisis de los principios y fundamentos del Trabajo Social, es importante que analicemos el funcionamiento del ámbito en el que nos encontramos. Como sabemos, los centros residenciales funcionan bajo un sistema de ratios de personal en los que, dependiendo del número de personas usuarias que allí residan, se necesitará un número determinado de profesionales que atiendan a sus necesidades. Estos ratios están dirigidos a la atención directa de las personas usuarias y, en el caso del Trabajo Social, a la intervención social con la persona, su entorno sociofamiliar y el ámbito comunitario. Por tanto, si la figura del/de la trabajador/a social se centra en el desarrollo de funciones comerciales ajenas a la intervención social con las personas que residen en el centro, se estará incumpliendo la finalidad de este ratio y, en muchas ocasiones, los acuerdos que éstos suponen entre los centros residenciales y las Administraciones con las que se fija la presencia de los/as profesionales. 
  • Desconocimiento de la disciplina. Asignar funciones comerciales a un/a profesional del Trabajo Social es sinónimo de un importante desconocimiento de la disciplina y de los valores que sustentan la profesión. Los/as trabajadores/as sociales nos encontramos próximos/as a la erradicación de situaciones que generan desigualdad, a lograr la dignidad, la libertad y la igualdad entre las personas usuarias y, en este ámbito, a mejorar las condiciones de vida de las personas mayores que viven en los centros. Por tanto, asociar este aspecto a nuestra figura profesional, denota una falta de conocimiento de las potencialidades de una profesión clave en la lucha contra las desigualdades actuales de nuestra sociedad.
  • Formación. En la actualidad, la profesión del Trabajo Social es desarrollada por profesionales que han obtenido el título de asistente social, diplomado/a o graduado/a en Trabajo Social, dependiendo del momento en el que el/la profesional llevara a cabo sus estudios relacionados con nuestra disciplina. Si hacemos un análisis de los contenidos generales de estas formaciones o de las posteriores especialidades que han ido surgiendo con la presencia de la disciplina en los diferentes ámbitos, observamos como apenas existen materias o contenidos relacionados con aspectos comerciales o con el marketing que en ocasiones es requerido en estas instituciones. Las cuestiones que pueden ser cercanas a este ámbito se desarrollan en categorías profesionales que, aunque pueden ser desarrolladas por profesionales del Trabajo Social, tales como la dirección o la coordinación de un centro o servicio gerontológico, se encuentran bastante alejadas de las funciones propias de los/as trabajadores/as sociales en los centros residenciales para personas mayores. 
  • Código Deontológico. Una buena forma de conocer una profesión o una disciplina científica es acercarse a su código deontológico puesto que, en él, se acotan las responsabilidades y competencias de los/as diversos/as profesionales. Si analizamos el Código Deontológico del Trabajo Social (Consejo General del Trabajo Social, 2012) observamos que ninguno de sus principios básicos o generales están relacionados con esta temática. Es más, si hacemos una búsqueda más profunda por sus 59 artículos, su preámbulo y su disposición final, no localizamos ningún término que aluda a las posibles funciones comerciales de la disciplina, ni la presencia de términos como “comercial”, “marketing”, “prescriptor/a” o “empresa”, lo cual es bastante relevante a la hora de establecer las distancias entre nuestra profesión y esta labor que, por otro lado, supone un eje central en el desempeño de otras profesiones.
  • Desarrollo comunitario. Como sabemos, el Trabajo Social tiene entre sus funciones el desarrollo comunitario de las personas usuarias para la consecución del bienestar social. Esto no es algo ajeno al ámbito residencial, puesto que en muchas ocasiones la intervención de los/as trabajadores/as sociales en el desarrollo comunitario de las personas usuarias es clave para cubrir las necesidades y potenciar el desarrollo de los/as residentes. Este desarrollo comunitario está basado en la relación con instituciones, agentes y entidades externas con el fin de mejorar las condiciones de vida de las personas usuarias. En cambio, es importante no confundir este “contacto externo” que se desarrolla en pos de la mejora de las condiciones de vida de las personas usuarias, con una labor puramente comercial, relacionada con cubrir las plazas de un servicio o el establecimiento de acuerdos comerciales relacionados con el llenado de centros. Como vemos, la diferencia fundamental radica en identificar hacia qué y hacia quiénes está dirigida la intervención del/de la profesional del Trabajo Social. 
  • El Trabajo Social en los equipos interdisciplinares. En la actualidad, los centros residenciales plantean un modelo de atención basado en la confluencia de profesionales de diversas disciplinas en los centros, conformando así equipos interdisciplinares. Como hemos comentado, estos equipos están formados por profesionales que van desarrollando sus funciones en función de su formación y sus competencias profesionales. De esta forma, los/as médicos/as y enfermeros/as intervendrán en el ámbito sanitario de la persona, los/as técnicos/as en cuidados auxiliares de enfermería participarán en el acompañamiento de las personas usuarias en el desempeño de sus actividades básicas de la vida diaria, los/as psicólogos/as intervendrán en el aspecto psicológico del desarrollo vital y, por consiguiente, los/as trabajadores/as sociales harán lo propio en relación al ámbito social de la persona. Si los/as trabajadores/as sociales se dedican a funciones ajenas a esta intervención social, estaremos descuidando toda la parte social del modelo biopsicosocial actualmente vigente en la intervención gerontológica que ha dejado atrás el modelo biomédico que anteriormente imperaba en este ámbito (Juesas, Álvarez, Otero y García, 2020). 
  • El Trabajo Social como disciplina académica y profesión esencial. Y ya por último, por no redundar más en un asunto que cualquier persona próxima al Trabajo Social podrá compartir, es importante que reflexionemos sobre qué supone nuestra profesión y sobre el momento en el que actualmente se encuentra. Si recurrimos a la definición global del Trabajo Social, desarrollada por la Federación Internacional de Trabajadores Sociales (2014) se concluye que: 

“El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.”

Esta definición habla del Trabajo Social como una profesión basada en la práctica, como una disciplina académica, que cuenta con unos objetivos y unas competencias muy concretas que pueden ser llevadas a cabo en los diferentes ámbitos de intervención de la disciplina. Ésta es la base del Trabajo Social, que debe ser defendida y compartida por todos/as los/as profesionales que integramos esta profesión y que caminamos hacia una sociedad mas igualitaria, más libre y más digna para las personas usuarias con las que intervenimos. 

Pero esto no acaba ahí, durante gran parte de la gestión de la crisis sanitaria hemos sido conscientes, tanto nosotros/as como el resto de personas ciudadanas, de la importancia de la presencia del Trabajo Social, llegando a ser reconocida como profesión esencial. Este hecho debe ser el motor que nos permita seguir desarrollando nuestra labor y nuestras competencias profesionales contenidas tanto en la definición anterior como en nuestro Código Deontológico, y que tan importantes son para seguir avanzando y evolucionando en nuestro sistema de bienestar. Por todo ello, ajustarnos a estos principios y no perder de vista los objetivos y principios básicos del Trabajo Social, permitirán que la profesión y la disciplina siga creciendo y evolucionando, a la vez que conseguimos mejores situaciones y condiciones de vida para las personas usuarias. 

Acabamos de hacer un repaso por gran parte de los principios y competencias profesionales que sustentan y que identifican la labor del Trabajo Social. Como hemos podido comprobar, todos ellos marcan una gran distancia y poco o nada tienen que ver con un desempeño comercial, sea cual sea el ámbito de intervención del/de la trabajador/a social. Es por eso que no se entiende, con los documentos que conforman nuestra profesión en la mano, cómo se puede asociar una profesión que se encuentra tan próxima a aspectos relacionados con la igualdad, la libertad y la dignidad, con una labor comercial para la que, dicho sea de paso, ya hay disciplinas y profesiones especializadas. 

Esta asociación se entiende si damos por hecho el desconocimiento que aún existe en la sociedad sobre nuestras funciones, capacidades, potencialidades y competencias profesionales que, como se ha demostrado, va mucho más allá que la búsqueda de clientes/as para un centro. Unido a este desconocimiento, también podemos analizar esta errónea asociación como un método utilizado por estas instituciones para cumplir y responsabilizar a una disciplina profesional de unas funciones que nada tienen que ver con su desempeño, pero que de otra forma debería suponer la incorporación de otros/as profesionales especializados/as en ese ámbito. 

En cualquier caso, será nuestra labor seguir poniendo de manifiesto nuestras competencias y nuestras potencialidades para que, en un futuro no muy lejano, el Trabajo Social en el ámbito de la gerontología deje de ser relacionado con funciones ajenas a la disciplina y conseguir que los/as trabajadores/as sociales del ámbito geriátrico residencial gocen del reconocimiento, el respeto y las condiciones laborales que se merecen. 

Bibliografía

Abellán García, A., Aceituno Nieto, M. P., Ramiro Fariñas, D., y Castillo Belmonte, A. B. (2021). Estadísticas sobre residencias: distribución de centros y plazas residenciales por provincia. Datos de septiembre de 2020. Informes Envejecimiento en red Nº 27. 

Consejo General del Trabajo Social. (2012). Código Deontológico del Trabajo Social. Recuperado de: https://www.cgtrabajosocial.es/codigo_deontologico

Gallardo Peral, L., y Sánchez Moreno, E. (2020). ¿Para qué servimos las trabajadoras sociales?. Madrid: Catarata. 
Juesas Celorio, R., Álvarez Alonso, M., Otero del Castillo, B., y García Meré, B. (2020). La importancia del Modelo Biopsicosocial frente al Modelo Biomédico en el Trabajo Social Sanitario. Revista Médica y de Enfermería OCRONOS. Disponible en: https://revistamedica.com/modelo-biopsicosocial-biomedico-trabajo-social-sanitario/

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