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Huelva, 24 de noviembre de 2020

Ana Delgado Parrilla
Docente en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Huelva

De la vida cotidiana en la sociedad actual

Para Lukacs (1969) no hay individuo sin vida cotidiana: esta es imposible de ser eliminada en cuanto espacio-tiempo de construcción y reproducción del ser social. Lo cotidiano se manifiesta como un nivel constitutivo de lo histórico: ninguna existencia personal cancela la cotidianidad.  

Mientras la organización capitalista de la vida cotidiana no invade todos los espacios de la existencia individual, cada persona dispone de un mínimo campo de maniobra donde puede desarrollar de cierto modo su autonomía (Netto, 1994). No obstante, en la fase actual del capitalismo avanzado, la organización capitalista de la vida cotidiana permea todos los espacios y se cuela en todos los recovecos de la existencia individual, modelando “la organización entera de la sociedad macroscópica”, imponiendo “sus ritmos y sus ciclos” (Netto, 2012, pp.38).

Ahora bien, pese al carácter insuprimible de la vida cotidiana, en la praxis profesional del trabajo social se activa un proceso de análisis -una suspensión de lo cotidiano (Heller, 1998)- donde aquello que se presenta como autodeterminado debe de ser deconstruido. Dicho de otra manera, el trabajo social en su papel de intervención sobre la cotidianeidad de los grupos subalternos, requiere necesariamente de una crítica de la vida cotidiana (Netto, 2012). 

Crisis de cuidados: la cotidianidad de los hogares en el siglo XXI

Para sentar las bases ontológicas del “cuidado” es preciso conceptualizar primero qué es “economía”. Y como diría Celia Amorós: conceptualizar es politizar. Pues bien, definimos economía como la organización y la producción de recursos para la satisfacción de las necesidades, así como para la generación de condiciones de vida dignas (Pérez-Orozco, 2010). Si pensamos dónde ocurren estos procesos, una mirada no androcéntrica advertiría que esto no sólo ocurre en el plano de lo productivo: gran parte de dichos procesos se desarrollan en el ámbito reproductivo, es decir, en la cotidianidad de los hogares, en forma de cuidado. 

El trabajo de cuidados comprende dos tipos de actividades: por un lado, las actividades de cuidado directo, personal y relacional, como cuidar de un bebé, de personas que están pasando por procesos de enfermedad o que se encuentran en situación de dependencia; y, por otro lado, las actividades de cuidado indirecto, como cocinar y limpiar (OIT, 2018). 

Podemos deducir, por tanto, que el cuidado es una actividad esencial para que el sistema funcione, en tanto que todas las personas requerimos de cuidado indirecto a diario y de cuidado indirecto, personal y relacional al menos en algún momento de nuestras vidas. Con el cuidado en la vida cotidiana -ámbito reproductivo- se hace “el conjunto encaje; es decir, que todos los diversos recursos -fruto del ámbito productivo-, transformados, adaptados, etc. finalmente generan bienestar” (Pérez-Orozco, 2010, pp.134).

La división sexual del trabajo ha venido organizando históricamente el reparto de tareas en la vida cotidiana, asignando el ámbito productivo a los hombres y el reproductivo a mujeres. De ahí que todavía hoy, las actividades de cuidado sean fundamentalmente realizadas por mujeres que trabajan sin ningún tipo de remuneración ni derechos laborales, o en su defecto, por cuidadoras profesionales con condiciones laborales muy precarias en la mayoría de los casos. No obstante, en la transición del siglo XX al siglo XXI estamos asistiendo a un “cambio de época” en el que confluyen diversos factores que están poniendo en peligro el modo histórico de provisión de los cuidados en la vida cotidiana, donde las mujeres asumían el papel central (Fantova, 2015): 

  1.  Por un lado, asistimos a un aumento de la esperanza de vida, lo que provoca que haya más personas en situación de dependencia. 
  2.  Por otro lado, se ha producido una reestructuración, mutación y diversificación de la estructura familiar tradicional y un acceso masivo de las mujeres al mercado laboral, lo que desestabiliza el esquema de organización de los cuidados basado en la división sexual del trabajo.

Todo ello, sin que se haya asistido a un paralelo desarrollo de políticas públicas que posibilitaran la transición hacia un nuevo modelo de cuidado; ni a un cambio drástico en la mentalidad de los hombres, que empezaran a reclamar su espacio en las tareas propias del ámbito reproductivo (De Miguel, 2015).  De modo que, si la desatención de los límites biofísicos del planeta ha conducido a la crisis ecológica que estamos afrontando, los cambios en la organización de los tiempos que aseguraban el cuidado para la satisfacción de necesidades humanas han dado lugar a lo que desde el feminismo se ha denominado “crisis de cuidados” (Herrero, 2011).

Hacia una subversión de la cotidianeidad

La realidad social que estudia y en la que desarrolla su práctica el Trabajo Social tiene mucho que ver con ese espacio de la vida que transita entre lo social y lo íntimo, entre lo personal y lo político; es decir, el espacio de lo cotidiano.  Así mismo, parte de las funciones del Trabajo Social se orientan hacia esa dimensión de la vida cotidiana relacionada con el cuidado: acompañar a menores, mayores, personas con discapacidad, personas con adicciones, etc (Fombuena, 2006). Es decir, nuestra relación práctica, teórica y metodológica con el cuidado y la vida cotidiana nos posiciona en un lugar privilegiado para analizar la crisis de cuidados, entendiéndola como una de las principales facetas de la crisis de nuestro modelo de bienestar -y de la economía capitalista sobre la que se sostiene-. Dimensión de la crisis que pone de manifiesto una organización social de los cuidados y de los tiempos injusta, en la medida en que reparte de manera desigual sus costes y sufrimientos: afecta más a mujeres, a personas con niveles de renta bajos, a personas migrantes, etc (Fantova, 2015).  

Si no se piensa en su necesaria reformulación desde lo público-común, la organización social de los cuidados supondrá una de las mayores amenazas actuales para la garantía de un futuro trabajo decente (OIT, 2018), así como para la propia sostenibilidad de nuestras vidas. No hace falta tener mucha imaginación: hoy más que nunca, con la actual crisis sociosanitaria, la imposibilidad de cuidar y cuidarnos –y de compatibilizar esto con el trabajo en el ámbito productivo– se está manifestando de manera muy clara. 

Ahora bien, no puede decirse que no hayan existido intentos de paliar las consecuencias de la crisis de cuidados. Podemos pensar, por ejemplo, en las políticas conciliadoras de la vida laboral y familiar. Sin embargo, la mayoría de las veces, el concepto “conciliación” se establece como una problemática que atiende casi exclusivamente a la población femenina, por lo que las políticas se diseñan principalmente para las mujeres, actuando como refugio para la reproducción de la división sexual del trabajo (Martín, 2005). Además, los elementos sobre los que pretende mediar la conciliación, la relación entre tiempo y trabajo, son entendidos desde una lógica de mercado androcéntrica y no de aquella que contempla como trabajo algo que va mucho más allá del empleo. Dicho de otro modo, la idea de conciliación emerge para mediar entre espacios de la vida cotidiana contrarios y poco democráticos o equitativos, a saber: la familia y la vida laboral. Si bien el mercado de trabajo reconoce este déficit y establece herramientas para tratar de democratizar este proceso, como la negociación colectiva; en el ámbito de los hogares la lógica democrática queda demasiado lejos, “no tiene reconocida ni negociación colectiva ni agentes sociales en conflicto” pues el “conflicto derivado de la división sexual del trabajo, que tiene como escenario el hogar-familia, es ocultado o negado” (Torns, 2004, pp. 18).  

También podemos pensar en la Ley de la Dependencia como otro experimento con el que contamos en España para evaluar medidas en materia de organización social de los cuidados (Fantova, 2015). En este sentido, cabe resaltar lo siguiente: según datos de la estadística mensual del Sistema para la Autonomía y la Atención a la Dependencia, en agosto de 2020 la prestación económica para el cuidado no profesional en el entorno familiar suponía más del 31% del conjunto de prestaciones, ello pese al carácter de excepcionalidad que le confería el artículo 14 de la Ley 39/2006. Si bien esta compensación económica alivia a corto plazo la situación de muchas personas en contextos de dependencia, no resuelve el problema de la desigual organización de los cuidados en la vida cotidiana a largo plazo: esta prestación solo se sostiene en tanto que coincide, por un lado, con las últimas generaciones de mujeres no incorporadas de manera masiva en el mercado laboral y, por tanto, disponibles para el cuidado primario; y por otro lado, con unas elevadas tasas de desempleo (Fantova, 2015). Por ello, cabe preguntarse: ¿qué ocurrirá cuando las responsables de esos cuidados necesiten cuidado? ¿Y cuándo nosotras los necesitemos? ¿Quién podrá asegurar nuestro cuidado, proteger y sostener nuestras vidas en un contexto de profundos cambios en la organización de los tiempos de la vida cotidiana?

Las medidas meramente técnicas, por tanto, no resuelven el problema si lo que nos planteamos es la superación de la crisis de cuidados y el conflicto capital-vida en términos de igualdad de género y no el restablecimiento de un orden social basado en la tradicional división sexual del trabajo.  De lo que se trata es de pensar los cuidados como una cuestión estratégica para redefinir una alternativa a la economía de mercado capitalista y su modelo de bienestar (Pérez-Orozco, 2010). Porque lo cierto es que, si bien -desde una lógica liberal y androcéntrica- se tachan de utópicos todos aquellos planteamientos sistémicos que no ponen la vida al servicio de otro fin superior (la acumulación de capital) sino a la propia sostenibilidad de la vida (Perez- Orozco, 2010); cabe plantearse si no es más utópico pensar que el modelo actual de acción social basado en el bienestar puede satisfacer las necesidades sociales de manera universal; cuando el objetivo del sistema sobre el que se sostiene (el capitalismo) no es satisfacer necesidades sino generar y cumplir deseos para promover el consumo; y que, por ende, pone nuestras vidas al servicio de un interés ajeno.  

Quizás sea hora de plantear alternativas que respeten y posibiliten la eco-dependencia y la interdependencia relacional y que se ocupen de los cuidados desde una perspectiva comunitaria, relacional, democrática y justa. Porque solo así podremos cuidarnos desde el amor y la empatía, y no desde la culpabilidad (de haber fracasado en la reduccionista lógica capitalista) o el miedo (a hacerlo). Cabe la posibilidad de que, solo si nos reconocemos como colectividad de personas inexorablemente vulnerables e interdependientes podamos, por un lado, acompañarnos en el desafío de los vaivenes de la vida cotidiana y, por otro, superar la estigmatización asociada a las personas usuarias de los Servicios Sociales alcanzando el (tan perseguido) principio de universalidad del sistema.  Creo que vale la pena intentarlo. 

Bibliografía 

Cobo, R. (2005). Globalización y nuevas servidumbres de las mujeres. Teoría feminista: de la Ilustración a la globalización, 3.

De Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. Ediciones Cátedra.

Fantova, Fernando (2015). Crisis de los cuidados y servicios sociales. Zerbitzuan, 60, 47-62.

Fombuena Valero, J. (2006). La influencia de la dimensión de género en el Trabajo Social.

Herrero, Y. (2011): “Propuestas ecofeministas para un sistema cargado de deudas”, Revista de Economía Crítica, nº 13, págs. 30-54.

Heller, A. (1998). Sociología de la vida cotidiana. Madrid: Península.

Lukàcs, G. (1969). Historia y conciencia de clase. Grijalbo, Instrumentos, España.

Martín, T. T. (2005). De la imposible conciliación a los permanentes malos arreglos. Cuadernos de relaciones laborales, 23(1), 15-33.

Netto, J. P. (2012). Trabajo Social: Crítica de la vida cotidiana y método en Marx. La Plata: Productora del Boulevard.

Organización Internacional del Trabajo (2018). El trabajo de cuidados y los trabadores del cuidado para un futuro con trabajo decente.  Disponible en: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/—publ/documents/publication/wcms_633168.pdf

Orozco, A. (2010). Diagnóstico de la crisis y respuestas desde la economía feminista. Revista de Economía Crítica, 9(1), 131-144.

Torns, T. (2004). Las políticas de tiempo: un reto para las políticas del estado del bienestar. Trabajo, 13, 145-164.

Cork, 17 de noviembre de 2020

Ana Planas Domínguez
Trabajadora Social

Llegué a Irlanda hace ahora 10 años. Cuando me fui de España, salí literalmente con 5  maletas y arrastrando a dos bebés por el aeropuerto de Málaga. Sabía que no volvería,  pero no quería admitirlo. 

Mis primeros años fueron de adaptación, aunque pronto empecé a trabajar de ‘asistencia  técnica’ para una gran empresa cerca de Dublín. ¡Yo! ¡De asistente! Tuvo su gracia, pero no mucha. En esta compañía conocí a una chica de Barcelona que era trabajadora social también,  ambas decidimos investigar cómo podríamos ejercer nuestra profesión en este país. No  parecía una tarea fácil.  

Allá por el 2012, el organismo encargado de hacer los registros (nuestras colegiaciones)  era CORU (https://www.coru.ie/). Tenía un sistema bastante extraño, que ofrecía una  fecha determinada cada año para hacer el trámite. El problema era que ningún año era en  la misma fecha y tenías que adivinarla −o tener la suerte de todos los dioses de acertarla.  Nada fácil. No conseguí hacerlo ni en 2012 ni en 2013. Ese año me ofrecieron otro puesto de trabajo más interesante para mí en Cork. Se trataba  de una empresa mejor, con más sueldo y sin duda en una ciudad más tranquila para mis  dos chiquitinas. 

Pasaron unos años y aunque no estaba mal (la empresa me gustaba, el trabajo un poco  menos, pero bien), no era lo que yo quería. Yo soy trabajadora social, la vocación estaba  en mí y en este país, cosa que me alegra mucho ver, la ayuda, el prójimo, el respeto y el darse la mano el uno al otro, es muy importante (como en los pequeños pueblos en  España, donde la red de ayuda es vital). Por lo que volví a investigar y a centrarme en la  conversión del título. 

Reconocimiento de la titulación

Con sorpresa, esta vez no desagradable, vi que habían cambiado el sistema en CORU: el  período de reconocimiento estaba abierto todo el año. Eso sí, el proceso para reconocer mi título era aún más complicado, tenía que pasar por varias fases. Así que me puse  manos a la obra. 

Lo primero que tuve que hacer fue mandar un mail a [email protected] explicando mi  situación y lo que necesitaba hacer. Una vez hecho esto, hay que leerse un documento  que se llama “Social Workers Registration Board Standards of Proficiency and Practice  Placement Criteria” donde se explican los estándares para que el título sea reconocido  (puedes revisarlo aquí https://coru.ie/files-recognition/standards-of-proficiency-for-social workers.pdf) y pagar las tasas de registro, algo más de 500 euros.  

El siguiente paso es rellenar una aplicación electrónica y obtener todos los certificados  correspondientes (laborales, educacionales y otros documentos relacionados con el  trabajo social, tanto los originales como sus traducciones certificadas). En el formulario  inicial que tenemos que rellenar hay un ‘check list’ de todos estos documentos. Además de enviar toda la documentación vía online, también se tiene que mandar de  manera física. No es necesario trasladar los originales por correo, pero sí las traducciones  certificadas y copias. 

Una vez se ha enviado todo, lo revisan y este proceso, aunque en la página pone que  tarda aproximadamente un mes, puede extenderse casi seis meses. Un agente indica si  está todo en orden para seguir con los siguientes pasos o no. Si no lo está −que es lo más  probable− te pedirán nuevos documentos, con su nuevo tiempo de espera. Cuando finalmente está todo, los archivos se mandan a la junta directiva, que se reúne  una vez cada mes (pero nunca en la misma fecha). Este órgano decide si se procede o no, o si necesita algún paso más.  

En realidad, hasta aquí la parte “fácil” porque en mi caso, la decisión de la junta era que  necesitaba para completar el proceso de registro, hacer un examen y pagar otra vez las  tasas de dicha prueba, que eran algo más de 400 euros o, en su defecto, hacer un  período de adaptación.  

Inocente de mí, decidí hacer el período de adaptación debido a que soy disléxica y  teniendo en cuenta los nervios y que a pesar de que entiendo, escribo y hablo inglés, esta  no es mi lengua materna y podría terminar seguramente escribiendo el Quijote o cualquier otra cosa porque no he entendido bien las preguntas. Así que opté por hacer las 540 horas de prácticas que me exigían. 

Ciudad de Cork (Irlanda)

Las prácticas

En 2018, en la empresa donde trabajaba decidieron “dejar a la gente ir” con una paga  compensatoria, así que pensé que era el mejor momento y a finales de 2018 abandoné la  empresa y me puse a buscar un sitio donde quisieran tenerme para hacer las prácticas. No sabía que esto iba a ser tan complicado, llamé a mil puertas, mandé mil emails,  hablé con tanta gente que ni me acuerdo.  

Un día, mi marido, que ha sufrido todo este proceso tanto o más que yo, me dijo: “¡Oye!  ¿Por qué no contactas con esta señora que es la jefa de prácticas de la UCC (University  College Cork)?”. Para ser sincera yo era muy reticente con esta idea porque es una  persona con mucha responsabilidad y pensé: “¿qué caso me iba a hacer?”. Pues,  ¡bendito sea y menos mal que le hice caso! 

Esta señora en realidad estaba jubilada, pero recientemente, por lo que tenía todos los  contactos frescos. Me dijo que no me preocupara, que sabía que mi situación era  delicada, pero que iba a hacer todo lo que estuviera en su mano por ayudarme y dicho y  hecho.  

A las pocas semanas recibí un mail de ella diciéndome que me pusiera en contacto con el  jefe de grupo de trabajo social de TUSLA (agencia de protección de menores) en Cork.  Así lo hice y gracias a que existen personas como Padraig, fui a verlo y me dijo que  empezara cuando quisiera. 

Una vez encontrado quien podía supervisar las prácticas contacté de nuevo con el  CORU para confirmarle los datos, me dijeron que no podía empezar hasta que la junta lo  aprobara (Julio de 2018).  

Así que empecé y tengo que decir que fue una experiencia increíble, unos compañeros  inmejorables, un ambiente de trabajo excelente donde todos estaban más que dispuestos  a ayudarme. Aprendí muchísimo sobre el sistema de trabajo social en Irlanda, a decir  verdad, bastante diferente al de España. Sobre todo, en el área de atención al menor y a la familia.

En diciembre de 2019 terminé mis prácticas con mucha pena por dejar TUSLA, pero con  muchas ganas de terminar el proceso ya y de poder ejercer. Padraig y yo hicimos el  documento final que tenemos que presentar sobre las prácticas. Esto es un dossier con  toda la documentación, más de 60 páginas de documentación y redacción, donde se  me pedía hablar de los casos, el aprendizaje sacado y las reuniones con mi supervisor. Tardamos un par de meses en tenerlo completo, o al menos es lo que creíamos. Se  mandó el documento para que la junta lo revisara cuando se reuniera (recordemos, una  vez al mes no siempre en la misma fecha). Cuando lo revisaron parece ser que no les  gustó, así que pidieron más información. Lo corregimos, me pidieron un marco teórico y  más información sobre los casos, y volvimos a mandarlo. Con todo esto, ya estamos en  plena pandemia, marzo de 2020.  

Esta vez sí que les gustó el documento y por fin terminé el proceso de reconocimiento,  pero ahora entramos en el proceso de registro, es decir, ya me aceptan que puedo ejercer  como trabajadora social, pero tengo que registrarme, por lo que, en realidad, no puedo  ejercer. 

El proceso de registro

El proceso de registro es algo más ligero (sólo algo más ligero). Para ello he tenido que  volver a rellenar una solicitud interminable y volver a mandar documentos, que ya había  mandado antes −por lo que un truquito es pedir varias copias de las traducciones  certificadas, por si acaso. 

Uno de los requisitos para el registro es hacer lo que llaman “Garda vetting”, que es  simplemente un registro de penales, pero al contrario que en España, este registro lo  tienes que hacer con cada organización con la que quieras trabajar que así lo requiera. En el proceso de aplicación me hicieron varias preguntas, algunas ciertamente incómodas  (más tarde hablaré de una de ellas en particular) y una prueba de que sé hablar y escribir  inglés. La forma de demostrarlo era un examen de C1 o cartas de mis empleadores  anteriores (a pesar de que cómo dije en un principio, llevo ya 10 años aquí). Así que les  mandé todas las cartas y un examen que había hecho hace unas pocas semanas para  entrar en la universidad.  

Ahora mismo, me encuentro precisamente ahí, con la etiqueta de “aplicación incompleta”  en mi página de CORU, esperando que revisen esas cartas y terminen el endiablado  proceso que tanto tiempo y sufrimiento me ha costado.

Llegó el trabajo

Quiero terminar comentando esa “pregunta incómoda” que mencioné antes. En este  momento estoy trabajando como investigadora para el ‘Royal College of Surgeons in  Ireland (RCSI)’ con la figura de ‘Social prescriber coordinator o Community link worker’. Este trabajo no está regulado aún en Irlanda, pero sí en Inglaterra. Sin embargo, está en  proceso.  

Lo curioso de este puesto de trabajo, es que es, en realidad, parte de lo que hace un/a  trabajador/a social, al menos en España. El trabajo consiste en que el médico de cabecera  deriva un paciente que está en situación de soledad, ansiedad o socialmente aislado,  siempre y cuando la situación no llegue a ser clínica (principalmente en el caso de la  ansiedad).  

Nosotros recibimos al paciente y evaluamos el caso y lo que hacemos es entender sus  gustos, sus preferencias en el área social, sus ‘hobbies y tratar’ de buscarle los recursos necesarios para que pueda hacer aquello que busca o cubrir sus necesidades sociales con clubs, voluntariado que les pueda ayudar, asociaciones, etc. Este trabajo, según  estamos revisando en el proyecto, tiene un enorme impacto en la salud del paciente, lo que reduce sus visitas al médico y el consumo de medicamentos.  

La pregunta incómoda, era que cómo estaba ejerciendo de ‘Social prescriber’ si ellos aún  no me habían dejado ejercer como trabajadora social. Es verdad, pero en el RCSI no me  exigieron el registro en Irlanda, aunque sí el título español. 

Como última nota, quiero comentar que el trabajo de ‘Social prescriber’ está en un  momento en extremo importante y se están haciendo reuniones con el HSE (la seguridad  social en Irlanda) por lo que es posible que esté asistiendo a la creación de un nuevo  puesto en el área social y puede ser que sea un campo a evaluar por todas aquellas  personas que no quieran pasar por todos estos años de reconocimiento.  

Aunque el puesto aún no esté regulado ni hay muchos puestos abiertos, es algo que  parece estar cambiando rápidamente y un campo más donde podemos ejercer nuestra  profesión y lo que es más importante: ayudar a aquellos que más lo necesitan.

Sevilla, 10 de noviembre de 2020

Rocío Cáceres Damas
Trabajadora Social del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra, Sevilla.
Preparadora de Oposiciones.

El mundo del Trabajo Social es muy amplio, ya sabemos que tenemos muchas opciones para buscar empleo, podemos dedicarnos a diversos sectores y actualmente la profesión se está abriendo a otras posibilidades como el emprendimiento, que de un tiempo a esta parte son muchas las personas que se embarcan en el proyecto empresarial de sus vidas.

Pero opositar es una opción que siempre hemos tenido los profesionales del Trabajo Social, pues esta es una profesión que tiene un alto peso en el empleo público, por eso voy a aclarar una serie de conceptos que pueden ser interesantes para todos y todas. Unas posibles preguntas y respuestas básicas para opositar en Trabajo Social. 

Allá vamos:

¿En qué campo de oposiciones puedo optar con la titulación de Trabajo Social? Pues tienes varias opciones. La más conocida es la de Servicios Sociales, esto es para Ayuntamientos, Diputaciones, y la Junta de Andalucía.

Otra opción, para quien le guste el mundo sanitario, es la oposición para el Servicio Andaluz de Salud, en la que puedes ejercer tu trabajo en Centros de Salud de Atención Primaria o en Hospitales.

De las oposiciones más desconocidas para Trabajo Social encontramos las que son a nivel estatal: Instituciones penitenciarias y las llamadas de “Ministerios”. Estas últimas encontramos varias ramas que van desde Justicia a IMSERSO. Todo un mundo por descubrir donde hay poca información porque las plazas suelen ser más reducidas.

¿Qué conceptos básicos debo saber antes de preparar una oposición? Tienes que entender que la oposición es en sí misma un proceso de aprendizaje que conlleva hacerse con nuevas terminologías. Lo más esencial lo dejo aquí:

1. Proceso selectivo: se denomina proceso selectivo a todas las tareas y actividades que debe pasar una persona para ser seleccionada al puesto de empleo público. El proceso selectivo lo es todo, desde que comienza con la oferta, hasta que la persona lo supera y comienza su trabajo en un organismo público.  

2. Oferta de Empleo Público: esto es el anuncio de que un organismo va a sacar próximamente unas plazas para una determinada categoría. Estas ofertas suelen salir en base al año natural por eso es posible que escuches o alguien te diga que se presenta a la oferta de empleo público de 2017, por ejemplo.

3. La Convocatoria: aquí ya se anuncia el comienzo del proceso selectivo. Con la convocatoria hay que presentar la solicitud, así como la documentación que requieran.

4. Las bases: este documento, que se publica con la convocatoria, es considerado lo más importante del proceso, pues en él se desarrolla cómo se van a realizar los exámenes, test, caso práctico… y cuál será el temario. 

5. Personal Laboral o Funcionario: esto es la tipología de contratación que la administración pública va a llevar a cabo. La diferencia os la encontráis en el Estatuto Básico del Empleado Público que dice en su artículo 9 sobre los funcionarios que: “En todo caso, el ejercicio de las funciones que impliquen la participación directa o indirecta en el ejercicio de las potestades públicas o en la salvaguardia de los intereses generales del Estado y de las Administraciones Públicas corresponden exclusivamente a los funcionarios públicos, en los términos que en la ley de desarrollo de cada Administración Pública se establezca”

¿Cómo se hacen los exámenes? Para saber cómo se va a desarrollar el proceso selectivo, hay que leer bien las bases, pero todo va a venir determinado de tres formas:

1. Proceso selectivo basado en oposición: esto es que se escogen a las personas exclusivamente por la nota del examen o los exámenes, es decir, el que saca más nota de queda con la plaza.

2. Proceso selectivo basado en concurso oposición: en estos casos primero se hacen los exámenes y con los aprobados se contabilizan los posibles méritos basado en experiencia y formación que tengan las personas candidatas. Últimamente es el proceso más común. 

3. Proceso selectivo basado en concurso: aquí solo cuentan los méritos que se concentran en experiencia laboral y formación, y que dependen de cada convocatoria. Para ello hay que leer bien las bases de los procesos selectivos.

¿Cómo me entero de las convocatorias que salen? Dependiendo de la oferta a la que vas a opositar, así tendrás que buscar en un sitio u otro, pero ten en cuenta que:

– Oposiciones para la Administración Local debes mirar en el BOP de cada provincia todos los días.

  • – Oposiciones para el SAS o la Junta de Andalucía: en el boja.
  • – Oposiciones de Instituciones Penitenciarias y otras: en el BOE. 

¿Cómo me preparo? Muchas personas me preguntan si es posible prepararse una oposición por su cuenta, y si lo es, aunque es más difícil y vas a tardar más tiempo. Tienes que pensar que no tienes ninguna guía, y que debes ir aprendiendo a cómo estudiar, preparar el temario, organizarte…

Otra duda que suele haber con este tema es ¿mejor un preparador o una preparadora, o una academia? Para mí ambas opciones son buenas, ahora bien lo esencial es que además de facilitar el temario os indiquen cómo estudiarlo y cómo programar el estudio. En realidad el temario no es complejo, cuando te haces con la normativa y legislación, lo entiendes, por eso necesitas un poco más, básicamente que te enseñen a estudiar. 

*Sobre las oposiciones en Servicios Sociales. 

Las oposiciones más conocidas por todos y todas, y a la que más gente aspira sin dudas, es la de Servicios Sociales. 

En esta rama nos encontramos como he dicho antes con tres organismos que voy a pasar a explicar brevemente:

Junta de Andalucía, son en total setenta temas y se desarrollan en tres exámenes que son un tipo test de 100 preguntas, caso práctico y desarrollo de dos temas elegidos al azar. 

Bajo mi punto de vista, la dificultad de la Junta radica en que es un temario muy amplio y cambiante porque se actualiza mucho la legislación. Además van saliendo las ofertas sin una temporalidad fija, y eso dificulta mucho la organización, porque no es como otras convocatorias de otras profesiones que sabes que salen cada dos o tres años…

Para Ayuntamientos y Diputaciones, no hay una estructuración fija para estos organismos, ya que cada uno se organiza de forma distinta. Suelen tener menos temario que la Junta y lo normal es que sean test y caso práctico. 

Lo que sí que es evidente entre estas oposiciones es que las funciones no son las mismas. Si consigues una plaza para la Junta de Andalucía trabajarás en servicios sociales especializados (valoración de la dependencia, protección de menores, centros de valoración de la discapacidad…) mientras que si la obtienes en Diputaciones o Ayuntamientos trabajarías en servicios sociales comunitarios y entre otros, se trabaja en el servicio de información, programa de familia, servicio de ayuda a domicilio…

*La decisión de opositar. 

La decisión de opositar en esta o en cualquier oposición es dura y difícil porque tu vida va a cambiar. Se sacrifican muchas cosas cuando te lo tomas en serio y comienzas a estudiar, te enfrentas a miedos e incertidumbre. Si no sabes si este puede ser tu camino, te dejo un decálogo de ayuda: 

1. Escribe en un papel el motivo real por el que opositar. Esta será tu motivación principal, vas a tener que recurrir mucho a este escrito, así que piénsalo, que no sea solo encontrar un empleo estable.

2. Enumera los pros y contras de opositar. De esta manera podrás ver los puntos negativos y compensarlos con los positivos.

3. Infórmate muy bien antes de escoger la oposición. Saber de qué va cada proceso, como son los temas,…, además te ayudará a tomar una buena decisión. 

4. Elige una meta y céntrate en ella. Los temas no suelen ser coincidentes y como dice el dicho: quien mucho abarca poco aprieta, elige y se consecuente con esa decisión.

5. Antes de estudiar planifica la oposición según tus temas y tú tiempo. Recuerda que nadie más que tú lo puedes hacer. 

6. Mira exámenes de años anteriores, te darán una orientación sobre qué estudiar.

7. Lee mucho, te ayudarán a mejorar tu redacción.

8. No dediques todo el tiempo a estudiar, deja algo para el descanso.

9. Ve el lado positivo de las redes sociales, hay mucha gente compartiendo su día a día estudiantil, verlo como una inspiración.

10. Recuerda: es duro, pero quien la sigue la consigue. Podrás hacerlo SI LO DESEAS, LO TRABAJAS Y LO LUCHAS.

Granada, 3 de noviembre de 2020

Mariano Sánchez Robles
Trabajador Social Sanitario. Motril

Las profesiones de Trabajo Social y Enfermería son diferentes pero, en el ámbito de la atención a la Salud, son complementarias. Comparten espacio en la intervención, desde la óptica de una atención integral y de calidad y comparten el objetivo de prestar su atención a los usuarios de los centros sanitarios.

Pero también es cierto que Enfermería y Trabajo Social intervienen en esta realidad del ámbito de atención a la SALUD, de forma distinta. La propia definición de la Salud ya lo contempla y diferencia: Bienestar físico, psíquico y social. Mientras Enfermería interviene en el ámbito de los cuidados de enfermería, el Trabajo Social lo hace centrando su intervención en el entorno en el que interactúan las personas, promoviendo cambios y mejoras en las situaciones de malestar y/o riesgo social, tanto a nivel individual como grupal/familiar y comunitario.

En la práctica, ambos profesionales pueden ejercer su labor de forma conjunta y coordinada, en equipos interdisciplinares y será su formación específica y su idoneidad profesional, las que determine las funciones y competencias a desarrollar por cada uno de ellos, y lo que proporcione al equipo una intervención y mediación sociosanitaria de calidad, dirigida al cumplimiento de los objetivos marcados por el propio equipo.

Dicho esto, lo que no parece lógico es el solapamiento, duplicidad, injerencia profesional o directamente el intrusismo profesional, ni entre éstas, ni entre otras categorías profesionales, que se relacionan de forma interdisciplinar en un mismo equipo de trabajo o centro sanitario. Es aquello de “zapatero a tus zapatos”, y a que no tiene ninguna lógica que “el barbero opere y el cirujano rape”.

LA JURISPRUDENCIA

La jurisprudencia se orienta en el sentido de atender fundamentalmente el nivel de conocimientos que se derivan de los títulos profesionales, pero huyendo de la determinación de una competencia exclusiva general, sin que sea indispensable que actúe siempre el profesional estrictamente especialista. Las orientaciones actuales huyen de consagrar monopolios profesionales en razón exclusiva del título ostentado y mantienen la necesidad de dejar la puerta abierta a todo título oficial que ampare un nivel de conocimientos técnicos suficientes. 

La existencia de una base de enseñanzas comunes, podrían dotar a sus titulados de un fondo igual de conocimientos técnicos que permiten el desempeño de puestos de trabajo en los que no sean necesarios unos determinados conocimientos, sino una capacidad técnica común y genérica, que no resulta de la situación específica obtenida, sino del conjunto de los estudios que se hubieran seguido”.

LA ENFERMERA DE ENLACE Y/O GESTORA DE CUIDADOS

Lo primero que hay que dejar muy claro, antes de aventurarnos en la elaboración de este documento, es que la Enfermera de Enlace, ahora denominada Gestora de Casos, No es una categoría profesional. No tiene definidas legalmente otras atribuciones que las de su propia categoría profesional, ni otra formación académica reglada exigible que la de Enfermera.

Esta figura profesional, y así lo atestigua toda la bibliografía consultada, tanto de autores particulares como de la propia administración sanitaria andaluza, se origina y se implanta en Andalucía raíz de la publicación de la Ley 137/2002 de Apoyo a las Familias Andaluzas, que en su artículo 24, relativo a los cuidados a domicilio, establece una serie de medidas a favor de los mayores y las personas con discapacidad, entre las que se encuentra potenciar y mejorar los cuidados a domicilio.

La Gestión de Casos es definida por el propio colectivo como un modelo de atención integrada de casos complejos; una estrategia para afrontar el reto de la cronicidad, estableciendo su población diana en personas de edad avanzada, pacientes que requieren cuidados paliativos, pacientes con Alzheimer y personas que precisas cuidados en su hogar, incidiendo así mismo en el bienestar de sus cuidadoras, mayoritariamente mujeres. Esta figura ya existía en el Servicio Canario de Salud desde el año 2000. Por lo tanto esta figura no se crea en 2002 en Andalucía, se copia y se traspone al SAS del Servicio Canario de Salud. Veamos íntegramente la normativa mencionada.

CONSEJERÍA DE LA PRESIDENCIA BOJA 52 (04/05/2002). DECRETO 137/2002, de 30 de abril, de apoyo a las familias andaluzas.  

MEDIDAS A FAVOR DE LOS/AS MAYORES Y PERSONAS CON DISCAPACIDAD

CAPÍTULO VII, Sección 1ª  Medidas de carácter sanitario

 Artículo 24. Cuidados a domicilio. 

1. Por el Sistema Sanitario Público de Andalucía se prestarán cuidados enfermeros, de forma reglada y continuada, en su domicilio a todas aquellas personas mayores o con discapacidad que lo necesiten y por indicación médica o enfermera. Este servicio se prestará en todo caso de forma coordinada con los Servicios Sociales correspondientes.

2. Con carácter complementario se establecerán las medidas para facilitar a las personas responsables del cuidado de los mayores o de personas con discapacidad el apoyo y formación suficientes para el desempeño adecuado de esta labor.

3. A estos efectos, se reforzarán los equipos de enfermería en los grandes núcleos de población, en los que existe un elevado número de personas mayores o con discapacidad.

4. La aplicación de esta medida se reflejará en los correspondientes contratos programa, con la cuantificación necesaria, para garantizar su desarrollo efectivo conforme a la finalidad prevista en el presente Decreto.

ANTECEDENTES

Durante muchos años, tanto el SAS como la EASP, como las asociaciones profesionales de enfermería y las enfermeras que ocupan o han ocupado cargos de responsabilidad en las mismas, en el SAS, Consejería o EASP, han venido repitiendo “machaconamente” que la Enfermería de Enlace (hoy gestora), nació, se creó, se inventó, con la llegada del Plan de Apoyo a la Familia de 2002. Nada más lejos de la realidad.

Como ya he relatado en otros escritos, en 1999 en Chiclana en una reunión del SAS de profesionales de diversas categorías, sanitarias y no sanitarias, ya se habló de la Gestión de Casos, con opinión mayoritaria de que la gestión de casos debía ser compartida por un equipo formado por profesionales de la medicina/enfermería/trabajo social. Un año después se implanta en el Servicio Canario de Salud, de la mano de un enfermero: Gonzalo Duarte Climents, en un contexto muy diferente al andaluz, ya que en aquella época, mientras que en Canarias el trabajo social sanitario estaba restringido a los programas, protocolos y nivel de apoyo, no asistencial, en Andalucía cada Centro de Salud disponía de su propio profesional de Trabajo Social Sanitario, básicamente asistencial.

La enfermería, o mejor dicho, su “lobby” de empoderamiento, no del colectivo de enfermería, sino del propio, decidió, con el beneplácito y un apoyo brutal y desmedido del SAS, implantar en Andalucía la figura de la primeramente denominada Enfermera de Enlace Comunitaria. Y lo hace, supuestamente, en base al Decreto 137/2002 que he traspuesto literalmente en este documento.

ANÁLISIS DEL CONTENIDO

El Decreto se denomina de APOYO a las familias, un poco más adelante volveré sobre este término para comentar lo que yo he denominado Decreto de AGOBIO a las familias.

  1. MEDIDAS A FAVOR DE LOS MAYORES Y PERSONAS CON DISCAPACIDAD.

Lo primero que hace este Decreto es fijar claramente en su artículo 24, a quién van dirigidas, en el ámbito sanitario, sus actuaciones: los mayores y personas con discapacidad. Ni menores, ni personas en riesgo social, ni violencia de género, ni adicciones, ni otros ámbitos de actuación que no sean los fijados en el Decreto.

  1. ARTÍCULO 24: CUIDADOS A DOMICILIO.

Lo segundo es delimitar perfectamente el ámbito de actuación que, en materia sanitaria, dispone este Decreto sobre las medidas en favor de mayores y personas con discapacidad. EL DOMICILIO. Ni el Ayuntamiento, ni los Servicios Sociales, ni los Centros Educativos, ni el Centro de Salud, ni el Hospital. El domicilio de mayores y personas con discapacidad. 

Y no limita sólo el ámbito de actuación, sino la actuación en sí, que no es otra que CUIDADOS ENFERMEROS. No otro tipo de cuidados, ni actuaciones, ni gestiones, ni ámbitos de actuación. CUIDADOS ENFERMEROS A DOMICILIO.

  1. DE FORMA COORDINADA CON LOS SERVICIOS SOCIALES.

En este apartado me voy a remitir a la Dirección General de Asistencia Sanitaria del SAS, que en su “Argumentario”, deja bien claro que:

La Enfermera Comunitaria de Enlace no es el referente para la coordinación socio-comunitaria. La Coordinación con los servicios socio-comunitarios desde Atención Primaria es una de las funciones  los Trabajadores Sociales de Salud (TS). El TS de Salud se coordinará con los Servicios Sociales comunitarios con el propósito de una mejor utilización de los recursos socio-comunitarios. Las Enfermeras Comunitarias de enlace – al igual que el resto de los profesionales de referencia del paciente- detectará casos de riesgo social, transfiriendo la responsabilidad de la gestión de éstos a la trabajadora social de referencia para el paciente”.

  1. APOYO Y FORMACIÓN DE LAS FAMILIAS.

Al principio de estas línea hacía referencia a lo que yo vengo en denominar “la Ley de AGOBIO a las familias”, en el sentido de que ya se observa con demasiada frecuencia, que las familias empiezan a asumir, cuidados y acciones sobre la salud de la familia, propias de un profesional de enfermería, y no propios de la familia. Si algunas de esas funciones se atreviera a sumirlas una Auxiliar de Enfermería o un Técnico Especialista de un Hospital, serían denunciados inmediatamente por el Colegio de Enfermería por intrusismo, pero se permite, alienta, enseña y explica a los familiares cómo tienen que hacerlo. El apoyo a la familia se convierte de esta forma en AGOBIO, por “obligarles” a asumir, con el pretexto de enseñarles y facilitarles la tarea,  funciones que deberían desarrollar enfermeros.

  1. REFUERZO DE LOS EQUIPOS DE ENFERMERÍA.

Entiendo que cuando se hace referencia a que bajo el “paraguas” de este Decreto se crea la figura de la Enfermera Comunitaria de Enlace, pese a que el Decreto en si no la nombre específicamente, debe hacerse en base a este texto de “refuerzo de los equipos de enfermería”. Pero la norma, una vez más, delimita claramente el ámbito de actuación de este refuerzo a “los grandes núcleos de población en los que existe un elevado número de personas mayores o con discapacidad”.  Y cuando se habla de refuerzo enfermero para cuidados enfermeros a mayores y discapacitados a domicilio, no se “amplía” en modo alguno ninguno de estos aspectos, para que la hoy “Enfermera Gestora de CUIDADOS”, asuma sin rubor alguno, ámbitos, actuaciones, trámites, informaciones, competencias y funciones de otros colectivos profesionales, de enfermería de familia, psicológicos, de fisioterapia y, especialmente, de TRABAJO SOCIAL SANITARIO.

En caso de ser cierto, que no lo es, que la Enfermera Comunitaria de Enlace surgiera como respuesta a las necesidades planteadas en el Decreto 137/2002, es más que evidente y palmario, que el objeto y el ámbito de su actuación, el motivo y la causa por la que esta figura se implantó  en el SAS, ha sobrepasado con creces los cometidos por los que originariamente fue implantada,  ya que ha rebasado el ámbito domiciliario, el de los cuidados enfermeros, el de las personas mayores y el de los incapacitados. Todos a la vez, con el consiguiente malestar, queja y denuncia de otros profesionales y del propio Equipo Básico de Salud, en algunos casos, obviados, relegados, ninguneados y despreciadas sus aportaciones profesionales, cuando no claramente llevando a cabo labores de injerencia e intrusismo profesional.

LAS ATRIBUCIONES DE COMPETENCIAS

El Juzgado Contencioso Administrativo nº 1 de Sevilla, a raíz del procedimiento 204.1/2008, dispone la “suspensión cautelar de los Protocolos para la Gestión Compartida de la Demanda Aguda no demorable”, por entender que se atribuyen a los enfermeros, funciones que en principio serían propias de los licenciados en medicina. (Julio de 2019).

Entiende el Consejo Andaluz de Enfermería que los enfermeros poder realizar un diagnóstico “COLABORATIVO”, y defiende que dichos Protocolos supondrían una mejora para el usuario y el sistema sanitario.

En modo alguno se discute que la Consejería de Salud o el SAS tengan competencia en materia de gestión sanitaria, lo que se discute es si se ha seguido el procedimiento legalmente establecido para ello, al atribuirle a unos profesionales, funciones y competencias propias de otros.

Trasponiendo los razonamientos de esta sentencia al ámbito del TRABAJO SOCIAL SANITARIO, entendemos que algunos de los protocolos actuales del SAS, facultan a las gestoras de cuidados de enfermería a prestar asistencia, desarrollar funciones y competencias, no sólo colaborativa, sino finalista, los que implica que sean ellas, y no las trabajadoras sociales sanitarias, las que inicien y finalicen los procedimientos sin la intervención de la trabajadora o trabajador social sanitario.

En consecuencia, se infiere o se deduce, que los mencionados protocolos no se limitan a establecer los procedimientos para la prestación de un servicio de “colaboración” con el Trabajo Social Sanitario, sino que se aprovecha para atribuir a las enfermeras gestoras de cuidados, funciones que a priori vendrían atribuidas a las trabajadoras sociales sanitarias, prescindiendo de todo procedimiento para ello, por lo que ciertamente nos encontraríamos ante una vía de hecho y carente de base normativa.

A mayor abundancia, nos consta incluso la existencia de procesos formativos para poder conocer y adquirir los conocimientos y habilidades para salvar cualquier dificultad a la hora del desarrollo de esas funciones, por pate de las enfermeras gestoras de cuidados, algo que no es nuevo, ni en lo que se refiere a la formación, ni en lo referido a la asunción de funciones y/o competencias, propias de las Trabajadoras Sociales Sanitarias.

Así, y en lo referido al ámbito de la coordinación socio sanitaria, recordar el documento publicado por la Dirección General de Asistencia Sanitaria del SAS, que es claro y meridiano en este terreno y que traspongo literalmente, incluido subrayado y negrita: Página 8

“La enfermera comunitaria de enlace no es el referente para realizar la coordinación socio-comunitaria”. Mensaje a reforzar: La Coordinación con los servicios socio-comunitarios desde Atención Primaria es una de las funciones de los Trabajadores Sociales de Salud (TS). El TS de Salud se Coordinará con los Servicios Sociales Comunitarios con el propósito de una mejor utilización de los recursos socio comunitarios. Las Enfermeras Comunitarias de Enlace, al igual que el resto de los profesionales de referencia del paciente, detectará casos de riesgo social, transfiriendo la responsabilidad de la gestión de éstos a la trabajadora social de referencia del paciente”.

De igual modo, el Documento “Marco Estratégico para la mejora de la Atención Primaria en España 2007-2012” Proyecto AP-21, consensuado por todos los Servicios de Salud, en acuerdo del Consejo Interterritorial de Salud, del 11 de diciembre de 2006, en su página 55 recoge la Estrategia 27: Mejorar la coordinación entre servicios sanitarios y sociales, para mejorar la cooperación de los servicios sanitarios y los servicios sociales en la atención a los usuarios. Una de las medidas es la siguiente:

“Impulsar la figura del trabajador social en Atención Primaria para mejorar la coordinación entre los servicios sanitarios y sociales”.

No pretendo insistir en lo evidente. La coordinación socio-sanitaria es una función de las trabajadoras y trabajadores sociales sanitarios, NO de las enfermeras y enfermeros gestores (de cuidados), y por lo tanto, su papel “colaboracionista” en estas tareas, es INADMISIBLE, e incluso contrario a la normativa vigente, ya que acaban siempre siendo finalistas, como por ejemplo en el Protocolo de Recuperación y Reasignación de Material Ortoprotésico, o el de Tarjetas de Apoyo al Cuidador, del que las Trabajadoras Sociales Sanitarias hemos sido, en no pocos casos, obviados e incluso “expulsados” sin contemplaciones, pese a ser iniciativas ambas, creadas, pilotadas y desarrolladas por Trabajadoras Sociales Sanitarias y “asignadas” ahora a las gestoras de cuidados enfermeros.

Cádiz, 27 de octubre de 2020

ENTREVISTA A
Rocío Laura Flores Mulero
Trabajadora Social en Residencial Lago de Arcos

En el momento actual, en el que se ha vuelto a decretar el estado de alarma, continuamos compartiendo experiencias de profesionales durante el estado de alarma anterior y la situación de confinamiento. En esta ocasión contamos la experiencia en un centro geriátrico.

Tu trabajo diario, durante el confinamiento, ¿fue distinto? ¿En qué cambió? 

Sí, durante el confinamiento nos enfrentamos a diversos cambios. 

Ahora la atención directa a residentes en el despacho está más controlada, se han tomado y se siguen poniendo en práctica todas las medidas de prevención recomendadas por la OMS. (Organización Mundial de la Salud, 2020. Recuperado de https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public)

La atención a familiares que habitual y generalmente se hacía de manera presencial en el despacho de trabajo social, se estuvieron realizando vía telefónica o a través de emails debido al cierre de visitas en residencia provocado por el estado de alarma.

Al mismo tiempo, también quedó suspendido el servicio de centro de día impuesto por la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía como medida de prevención ante las agresivas consecuencias que estaba teniendo el virus en los mayores. El departamento de trabajo social continuó durante el confinamiento manteniendo el contacto con estas usuarias, porque en este sentido son todas de género femenino, o familiares de las mismas, llevando un seguimiento de su estado en domicilio compensando así el cierre del servicio. 

¿Qué echaste en falta para haber podido desarrollar tu trabajo en unas mejores condiciones?

Sobre todo sentimos la ausencia de conocimiento de la situación de gravedad en la que nos estábamos sumergiendo y EPIs desechables para una mayor precaución ante la atención directa con las mayores. Al principio del Estado de Alarma, aún sin conocimientos detallados de la importancia de todo lo que estaba ocurriendo a nuestro alrededor, a nivel mundial, es de obviar que todos los profesionales socio sanitarios nos hemos encontrado en la misma situación, una situación de incertidumbre donde nos ahogaba una gran batería de preguntas y sensación de incertidumbre sobre lo que acontecía. 

Desde la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, así como desde la Agencia de Servicios Sociales y Dependencia de Andalucía, nos iba llegando instrucciones, las cuales hemos acatado a “raja tabla”. 

¿Se puede implementar de manera permanente la tecnología en algún aspecto de tu trabajo? ¿De qué forma?  

Podríamos implementar las vídeo-llamadas permanentes como manera de contacto auditivo-visual entre residentes y familiares. Es una innovación que llevamos a la práctica desde el principio del confinamiento obteniendo un resultado enriquecedor, donde la emoción de los mayores ha superado con creces los objetivos propuestos. El orgullo que ellos sienten al utilizar este tipo de tecnología y poder ver a su familiar al otro lado de la pantalla nos provoca un gran sentimiento de satisfacción en nuestro campo de trabajo. 

¿Han puesto en marcha desde tu puesto de trabajo algún nuevo servicio o prestación? ¿Algo relevante o innovador?  

A causa de que el servicio de centro de día se vio suspendido, se puso en marcha una tarea de seguimiento activo de aquellas usuarias que ahora se encontraban en domicilio. Semanalmente se rellenaron unos cuestionarios on-line creados por la Agencia de Servicios Sociales y Depedencia – Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, donde se analizaba la necesidad de atención domiciliaria por profesionales. En nuestro caso, debido a que las usuarias del servicio se encontraban atendidas por sus familiares, no han tenido la necesidad de atención por auxiliares del servicio de Ayuda a Domicilio ni tampoco personación de fisioterapeuta para llevar a cabo las actividades funcionales varias que se llevan a cabo desde dicho departamento del centro. 

Por otro lado, con respecto a la reanudación de visitas en el centro, se creó un protocolo para las mismas donde se contempló las distintas fases de transición hacia la nueva normalidad. (BOJA extraordinario núm. 31 – Jueves, 28 de mayo de 2020), visitas planificadas y previamente concertadas según el tamaño del centro, de una hora de duración cómo máximo y realizándose por una única y misma persona a ser posible con previa declaración responsable certificando no manifestar síntomas compatibles con el COVID-19 para evitar así que el virus entrará en el centro. 

¿Qué debe aportar el Trabajo Social después de lo vivido en estos tiempos de crisis sanitaria por el COVID?  

La crisis sanitaria que estamos viviendo está teniendo un fuerte impacto social sobre la sociedad provocando así una importante crisis económica que está afectando a las diversas clases sociales.

De ahí que el trabajo social garantice a la población, a través de los Servicios Sociales Comunitarios, la cobertura de sus necesidades y cree una red de recursos de apoyo para aquellos que lo precisen. 

Específicamente en el ámbito geriátrico, el trabajo social tiene que seguir trabajando en coordinación con el sistema sanitario intentando frenar la propagación del COVID-19.

¿Qué más se podría haber hecho desde tu puesto de trabajo?

Desde mi propia experiencia me quedo con el ‘buen sabor de boca’ de que hemos trabajado sobre todas nuestras posibilidades. Hemos llevado a cabo cada una de las indicaciones y precauciones recibidas por la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía, con la suerte de que todo ha marchado hasta el momento correctamente, sin tener que lamentar ningún caso y/o víctima en el centro. 

¿Podrías contarnos alguna anécdota o un caso relevante durante el Estado de Alarma? Podría contar como anécdota las lágrimas que nos han sacado nuestros mayores tras el reencuentro con sus familiares una vez abierta la verja de las visitas. Visitas llenas de emoción, ansias, tensión y ganas de un largo abrazo por todo el tiempo perdido desde ese lejano 14 de marzo del 2020, pero respetando a su vez en contra de sus necesidades, las medidas de precaución impuestas por los órganos competentes frente al freno de transmisión del COVID-19. Hay que reconocer que ante una situación tan esperada y considerando las edades de nuestros mayores y las ganas e impaciencia por ese reencuentro, tanto ellos/as como sus familiares, han cumplido con creces nuestras expectativas respecto a sus actitudes y comportamiento durante las visitas, comportamiento que nos hace sentir a toda la plantilla que forma el centro, sentimiento de orgullo y de admiración por ello.

Cádiz, 20 de octubre de 2020

Irina Sainz Olozabal. Trabajadora social. Colegiada nº 11-843
Amalia Matitos Rodríguez. Trabajadora social. Colegiada nº 11- 1742

A causa de la alerta sanitaria, profesionales del Trabajo Social y tantas otras profesiones, tuvimos que marcharnos a casa de un día para otro, teniendo que aprender a trabajar en remoto, a no poder usar herramientas muy nuestras, como la visita o la entrevista directas a las familias, y cambiar estas técnicas por el portátil sobre la mesa del comedor, suprimiendo el contacto físico y la observación directa. 

Las Administraciones, que ni siquiera habían terminado de implantar la administración electrónica, tuvieron que pensar y formular estrategias para poner en marcha “el teletrabajo” en un país que estaba cerrado y casi paralizado, donde no había suministros, ni plataformas, ni casi asistencia técnica. A esto hay que sumarle que la mayoría del colectivo usuario del sistema público de servicios sociales parte de una brecha digital por lo que el acceso a ellos se hace más dificultoso si cabe.

Casi siete meses después y con los brotes multiplicándose, la recomendación de priorizar el teletrabajo permanece en nuestro ejercicio profesional.  Lo que nos cogió con el pie cambiado y casi por sorpresa, ahora no debe resultar igual, pues hemos tenido siete meses para prepararnos, para planificar. A las autoras de este artículo al menos, nos ha removido lo suficiente como para escribir esta reflexión en voz alta. 

Y es que no solo a las administraciones le ha cogido el toro. También se ha evidenciado que no todo nuestro colectivo profesional tiene el mismo conocimiento, las mismas habilidades y aptitudes frente a las tecnologías. En ese sentido, desde la crítica constructiva, es precisa la actualización y adaptación tecnológica. Sorprende que el Código Deontológico no tiene ningún apartado expreso sobre el deber de formación continua, si bien aparece recogido en nuestra Ley de Servicios Sociales de Andalucía.

En esta coyuntura es de destacar la consideración de nuestra actividad como “trabajo esencial”, lo que unido a la tensión de mantener y aumentar la respuesta ante las demandas ya existentes y el incremento de necesidades por una nueva parte de la población que por primera vez acudían al SPSS motivadas por la crisis económica derivada de la pandemia, nos convertían en las denominadas “ucis sociales”, que al igual que las sanitarias también se han visto desbordadas. 

De modo que al estrés, miedo e incertidumbres derivados de la crisis sanitaria que hemos vivido junto con el resto de la sociedad se suma, en nuestro caso, el desconcierto por una crisis técnica, organizacional y ética. Sobre la marcha se han ido estableciendo canales de comunicación para todos y todas, y articulando grupos de mensajería inmediata, no siempre de la manera más práctica y útil. 

Al abordar este tema nos surgían algunas preguntas que lanzamos con idea de sugerir un debate y no tanto con la pretensión de responderlas. 

  • ¿Cómo mejoraría el teletrabajo la conciliación familiar-laboral en profesiones como la nuestra que está tan feminizada?, ¿qué podemos aprender del teletrabajo en otros países y regiones?   
  • ¿Mejoraría nuestro quehacer profesional y la atención a la ciudadanía? ¿Contribuiría a reducir la burocratización y el colapso por la emergencia social?  ¿Tenemos los elementos para valorar esto (indicadores de evaluación)? 
  • ¿Cómo favorecer esa transición tecnológica hacia la administración electrónica con la ciudadanía, sobre todo con aquellos colectivos donde existe la brecha digital? 

Nos aproximamos al Teletrabajo a través de tres apartados: (1) Concepto Del Teletrabajo (2) Condiciones Laborales Del Teletrabajo, Ventajas E Inconvenientes (3) Teletrabajo En El Ejercicio Profesional.

En España, el término teletrabajo legalmente corresponde a la situación en que la prestación de la actividad laboral se realiza de manera preponderante en el domicilio de la persona trabajadora o en el lugar libremente elegido por ésta, alternando con su desarrollo presencial en el centro de trabajo de la empresa. 

La definición de trabajo flexible o trabajo en remoto, es más precisa, pues el concepto incluye la posibilidad de trabajar desde donde y cuando el/la profesional considere que resulta más eficiente realizar su trabajo. Hablamos por tanto de grupos de convivencia, horarios flexibles, trabajo fuera de la oficina, movilidad, etc. Estos nuevos modelos, más flexibles y libres, residen en culturas organizacionales más maduras, en las que prima la confianza y la autogestión de las y los profesionales y donde la presencia no es un factor fundamental, como sí lo es la orientación a resultados. Es un cambio de paradigma en la forma de trabajar que desvincula definitivamente el trabajo a un espacio concreto. 

En España disponemos del recién publicado Real Decreto Ley 28/20, de 22 de septiembre, de Trabajo a Distancia.

Desde la perspectiva laboral, tradicionalmente el teletrabajo se ha advertido como una fuente de ventajas y oportunidades para la persona trabajadora, la sociedad y la empresa: 

  • Facilita la conciliación en tanto permite combinar su trabajo con la atención a la familia, siempre que las condiciones de prestación sean flexibles. 
  • Supone un ahorro de tiempo para la persona trabajadora en tanto obvia el dedicado a los desplazamientos. 
  • Su uso disminuye la contaminación pues reduce los desplazamientos y el uso del vehículo privado. 
  • Facilita la vida en zonas y núcleos no urbanos en tanto permite el desarrollo del trabajo sin la cercanía a un centro de trabajo que habitualmente se hallaría cerca de una gran urbe. 
  • Ahorro de costes de todo tipo para las empresas vinculados a la desaparición o reducción de la necesidad de instalaciones físicas en la cual se presta el trabajo.

Sin embargo, la realidad ha mostrado también los aspectos desfavorables: 

  • Puede suponer la intromisión del ámbito profesional en la vida privada, haciendo más difícil el deslinde entre ambas.  
  • Propicia jornadas sin final. La persona trabajadora se encuentra al servicio continuo de la empresa. Cuando el teletrabajo está mal concebido no existen límites horarios en la prestación. 

Respecto a estos dos últimos aspectos hemos trabajado más y lo hemos hecho en condiciones precarias, desde el sofá o la cocina, compartiendo espacios improvisados con parejas e hijos. Trabajando a costa del sueño. A este respecto elogiamos la profesionalidad y el compromiso de nuestro colectivo.  

El teletrabajo ha desnivelado la balanza en el binomio trabajo/ocio. Los distintos agentes sociales denunciamos que la conectividad no debe ser en ningún caso sinónimo de “disponibilidad permanente” hacia las necesidades de la empresa. La conectividad constante (atender el teléfono o la mensajería, revisar el correo electrónico o acceder a redes sociales de la empresa, etc.) dificulta la desconexión mental y la propia recuperación física y psíquica de las personas trabajadoras. Los sindicatos manifiestan que esta disponibilidad permanente conlleva riesgos psicosociales e incrementa los niveles de estrés. Ya se habla de nuevas patologías como el tecnoestrés laboral o la “nomofobia” u otras adicciones derivadas del uso continuado y no racionalizado de las nuevas tecnologías.

  • Favorece el individualismo y hace más difícil la articulación colectiva, disminuyendo la protección que puede tener la persona trabajadora gracias a la representación sindical y situándola de nuevo en solitario frente a la empresa, acentuándose el desequilibrio natural de la relación entre ambos. 
  • Uno de los defectos planteados hasta ahora era que la empresa podía trasladar a la persona trabajadora costes claros propios de la actividad productiva (iluminación, equipos de trabajo) sin compensación alguna. Sin embargo, la nueva legislación avanza hacia que las empresas deberían proveer de equipos de trabajo a distancia a esos profesionales, además de negociar con ellos todo el capítulo de novedades que incluye la ley, desde la compensación de gastos a horarios.
  • Se dificulta el control de las condiciones de seguridad y salud en las cuales se presta la actividad, haciendo el empresario dejación de sus obligaciones en esta materia. 

La implantación del teletrabajo requiere de una nueva mentalidad en el modelo organizacional, supone introducir elementos de innovación en las empresas y en la administración con líderes y equipos dispuestos a dichos cambios. El factor humano y cultural es clave. 

El teletrabajo es una forma de organización de la actividad laboral que posee ventajas tanto para las personas trabajadoras como para las empresas. Estamos ante una forma de organización del trabajo voluntaria y reversible y que resulta una magnífica herramienta para conciliar nuestras vidas. 

En la aplicación del Teletrabajo al ejercicio profesional del Trabajo Social se ha abierto un debate entre profesionales, y son numerosas las incertidumbres o cuestiones éticas que han surgido en nuestro desempeño profesional respecto del teletrabajo instaurado repentinamente durante el confinamiento. Queremos destacar y valorar positivamente el importante papel que ha jugado el Consejo General a través de formaciones virtuales de total actualidad para asesorarnos y acompañarnos en estos convulsos momentos. Algunas de las cuestiones planteadas como dificultad o reticencia en el uso del teletrabajo estaban relacionadas con los siguientes aspectos:

Confidencialidad y protección de datos: hemos de tener precaución en los dispositivos para velar por ello. Usaremos protección antivirus, claves, programas de encriptación, modelos de autorización y/o consentimiento de la persona, entre otros. La Agencia Española de Protección de Datos ofrece recomendaciones para proteger la seguridad de los datos personales y en el uso del teletrabajo, las empresas cuentan con un/a delegado/a de protección de datos y la institución tiene la obligación de formar a sus trabajadores en esta materia.

Disponibilidad de medios: debemos dar a conocer a la organización las condiciones y medios indispensables para llevar a cabo la intervención social, así como aquello que obstaculice su labor (art. 39 del código deontológico) así como proponer cambios y actuaciones mediante los canales apropiados (art 46). Siendo autocríticas, en ocasiones ha faltado reclamar los medios suficientes, actualizados tecnológicamente, para poder ejercer la actividad con eficiencia. O bien hemos puesto los propios medios, movidas y movidos (aunque quedaría mejor “motivadas y motivados”) por la vocación y sentido del servicio público y del deber, asumiendo un coste personal. 

Sensación de “ir a ciegas”: la percepción del profesional de estar mermados en la comprobación de datos u observación, de insuficientes elementos para el análisis y diagnóstico, puede contrarrestarse con el uso de métodos complementarios o alternativos (videoconferencias-TICs). Además, recordemos la importancia del trabajo en red, completando el estudio del caso con información de otros agentes y sistemas con los que podemos y debemos coordinarnos y ser interoperables.

Respecto a nuestra metodología, entendemos que la Visita Domiciliaria -salvo situaciones excepcionales similares a esta emergencia sanitaria- es una técnica propia, originaria, que debemos preservar.  La sustitución por entrevistas telefónicas en la situación de crisis vivida ha satisfecho muchas necesidades de la ciudadanía, y evidenciado la importancia del apoyo como técnica y de las habilidades de comunicación (el uso del refuerzo, los silencios, la reformulación etc); pero la visita domiciliaria ofrece un conocimiento más completo e integral de la realidad en que vive la persona o unidad convivencial, tanto en la observación y recogida de datos, como en establecer una relación cercana y empática, y en la comprensión del entorno no solo físico sino también relacional. La visita es una seña de identidad de nuestra profesión y debemos seguir usándola, realizándose a criterio del profesional y con las medidas de seguridad pertinentes.

Realmente en determinados ámbitos el uso de las tecnologías de la comunicación no es una novedad. Por ejemplo, ya existen el voluntariado virtual o la mediación civil on line.

Opinamos que el teletrabajo es factible en las actividades indirectas de tipo documental, en la elaboración de informes, para las que requerimos mayor concentración y abstracción, así como para gestiones telefónicas, bien con profesionales como con las personas destinatarias. A este respecto, desde el punto de vista de la ciudadanía y la comunicación, vemos que la accesibilidad y la comodidad de un teléfono móvil son facilitadores de la misma, siendo un medio con el que las personas están familiarizadas, se muestran más abiertas y libres en la expresión, menos coartadas que en una entrevista en una oficina. 

Sin embargo, algunos sectores de la población son analfabetos digitales y la presencialidad es ineludible, entonces es necesario realizar un trabajo de empoderamiento digital que les posibilite la autonomía y acceso a los servicios, y para ello convendría incorporar profesionales de la mediación tecnológica y comunicativa a nuestros sistemas.

–    funcionamiento de equipo: frente a quienes consideran que el teletrabajo menoscaba el trabajo en equipo, detallamos herramientas que podemos utilizar para sostener las dinámicas de trabajo colectivo.

  • Dinámicas de equipo. Establecer protocolos para trabajar con el resto de compañeras y compañeros en remoto, de manera que se puedan replicar las dinámicas de trabajo cotidianas que tendríamos en la oficina. Por ejemplo, una reunión matinal de 15 minutos cada día, una llamada antes de acabar la jornada, etc.
  • Motivación y vínculo. Mantener una comunicación constante con iguales y responsables es fundamental para la motivación. Hoy existen múltiples herramientas en línea, que permiten la comunicación fluida. Además, ayudan a conocer el estado de nuestros compañeros en cada momento (disponible, reunido, ausente…).
  • El correo electrónico: Sigue siendo el pilar de las comunicaciones en internet, aunque cada vez más está siendo desplazado por la mensajería instantánea.
  • Videoconferencias: Actualmente es la forma de telepresencia que existe, y aunque no forma parte del día a día de quien teletrabaja, es muy útil para reuniones y decisiones importantes. Skype o Google Hangouts ofrecen videoconferencias de forma sencilla y gratuita. En las residencias de personas mayores se ha incorporado esta herramienta y en nuestra comunidad autónoma recientemente las han autorizado para valoraciones de dependencia, para interactuar con la persona dependiente.
  • Herramientas de trabajo colaborativo: Es habitual que varias personas deban trabajar conjuntamente en la redacción de un documento, y es por eso que resultan muy prácticas las herramientas de trabajo colaborativo como Google Drive, por citar la más común, aunque existen versiones mucho más potentes enfocadas a la empresa.
  • Recursos compartidos: es habitual el uso de servicios como Dropbox, Box, Google Drive o OneDrive de Microsoft, que permiten compartir y sincronizar archivos fácilmente.
  • El teléfono como herramienta de eficiencia. Esta vía de comunicación es muchas veces más efectiva que el correo o la mensajería instantánea y evita muchos malos entendidos de la comunicación por escrito.
  • Software específico: si la empresa utiliza en su oficina un software específico de gestión, el personal deberá contar con ese mismo software en su puesto de trabajo, adaptado si fuera necesario para trabajar remotamente.
  • Herramientas de monitorización: para evitar el temor de las y/o los responsables de equipo al “escaqueo”, existen programas que sirven para controlar el tiempo de quien teletrabaja, mediante su conexión a las aplicaciones de trabajo y el lugar desde el que accede.

Para ello es imprescindible la cultura de confianza, apertura a la innovación y a la creatividad tanto de las instituciones como de las personas concretas que las forman. Desde la perspectiva organizacional es importante que las personas responsables de equipos y programas sean líderes, que sepan animar a su equipo, transmitir correctamente los objetivos, aclarar las dudas, moverse en el medio tecnológico para desempeñar sus funciones también a través de las TIC´s (convocar a reuniones a través de videoconferencias y gestionarlas en ese entorno).

A pesar de los inconvenientes que ya han aparecido o se presenten en un futuro queremos concluir trasladando nuestra actitud positiva frente al reto y crisis que se ha producido con la pandemia y el teletrabajo sobrevenido. El teletrabajo creemos que es fundamentalmente una oportunidad de crecimiento y enriquecimiento profesional y laboral.

BIBLIOGRAFÍA

Hermoso, M. Pérez, L. Varela, J. y Viñas, A. (2020). El teletrabajo en la encrucijada. Análisis y Propuestas. Estudios nº5. Servicios de estudios de la Confederación UGT.

https://ajuntament.barcelona.cat/tempsicures/sites/default/files/190204_teletrabajo.pdf

Consejo General de Trabajo Social. Código Deontológico de Trabajo social. Edición II (2015). Madrid: CGTS.

BOJA Nº 170 de 2 de septiembre de 2020. Acuerdo de 28 de agosto de 2020, del Consejo de Gobierno, por el que se adoptan medidas para la mejora de la atención a las personas en situación de dependencia. 

BOJA núm. 248, de 29 de diciembre de 2016. Ley 9/2016, de 27 de diciembre, de Servicios Sociales de Andalucía. 

Real Decreto Ley 28/2020 de 22 de septiembre de Trabajo a Distancia.

Cádiz, 13 de octubre de 2020

ENTREVISTA A
Eva Tubío Martínez

Trabajadora Social de Servicios Sociales Comunitarios (Ayuntamiento de Cádiz).
Actualmente, Concejala del Ayuntamiento de Cádiz (Delegaciones de Vivienda, Salud y Servicios Comunes)

Desde hace aproximadamente 7 u 8 años estamos viendo que profesionales del Trabajo Social, implicados en los movimientos sociales o en organizaciones profesionales, dan un paso adelante en la vida política que se desarrolla especialmente a nivel local. Queremos conocer qué razones movilizaron a estos profesionales a tomar la iniciativa.

1. ¿Cuáles fueron tus motivaciones para ser Trabajador/a Social? ¿Cuánto tiempo hace que ejerces la profesión?

Siempre me habían preocupado las cuestiones sociales, las necesidades y la injusticia. Trabajo Social, entonces Asistencia Social, era una profesión con proyección de futuro por cuanto el contexto socio-político evolucionaba hacia los principios del Bienestar Social, la consecución de algunos derechos sociales y la conformación de un sistema. Por tanto, me gustaba la profesión, creía en ella y tenía salidas laborales. Ejerzo desde el año 1987.   

2. ¿En qué momento decides dar el paso a la participación política? ¿Por qué?

Aunque comencé a participar activamente en el 2014, siempre tuve esa inquietud, máxime a raíz del 15M que fue un revulsivo para la acción y la protesta ante la corrupción, la desigualdad y la política de recortes de derechos y servicios públicos que se aplicó durante la crisis. Esto se unió a mi propia experiencia personal y profesional. Entre 2012 y 2013 echaron a 24 compañeros/as de los servicios sociales de mi ayuntamiento y se aprobó la ley de racionalización y sostenibilidad de la administración local que ponía en jaque a los servicios sociales comunitarios e iniciaba así una etapa de desmantelamiento y reducción nunca vista anteriormente. Me dije que o salíamos a defender lo nuestro o no lo haría nadie por nosotros/as. A diferencia de la Sanidad o la Educación, Servicios Sociales, al menos en este país, es todavía un sector desconocido y con escasa influencia. Necesitamos voces para su defensa entre los/las profesionales y la ciudadanía.      

3. Desde tu experiencia como Trabajador/a Social y como política/o ¿qué crees que aporta nuestra profesión?

Aporta en cuanto que conocemos el origen de la desigualdad y los mecanismos de justicia que se necesitan para corregirlo. Hoy pocos se atreven a cuestionar la necesidad de los servicios sociales, pero no siempre es una prioridad y no siempre se desliga de lo asistencial y lo privado. Es importante que estemos para advertir y defender nuestro sistema público de servicios sociales y todo aquel que promueva la protección y la igualdad social ya sea desde la sanidad, la vivienda, la educación, el empleo o cualquier otro.    

Aportamos también en tanto que la mayoría somos mujeres y esto es una cualidad a destacar puesto que imprimimos otros valores, estilos y estrategias que son novedosas y valiosas en política, además de justas y necesarias. Me gusta pensar que reforzamos en cuestiones importantes como la participación y el trabajo comunitario        

4. Desde hace unos años estamos viendo que los profesionales del Trabajo Social se están implicando de forma más explícita en la dinámica de las organizaciones políticas. ¿Qué crees que ha motivado esta movilización del colectivo?

Nuestra profesión es eminentemente política: buscamos un cambio de modelo que asegure la protección y el bienestar de la gente, especialmente la más vulnerable, y que restablezca equilibrios de igualdad. Los Colegios o cualquier otra forma de asociación de profesionales son claves en esta apuesta y evidentemente hacen política. No es ningún defecto ni ningún insulto, es la realidad y unos la harán hacia un lado y otros hacia el contrario, pero todos la hacen. Igual ocurre con nosotros y nosotras, las profesionales. Por mucha herramienta que haya y por mucha objetividad que intentemos asegurar, hay un componente personal que te dicta si crees que la responsabilidad está más en el individuo o más en la sociedad y en función de eso actúas de una forma u otra. Por mucho que en la carrera nos formaran sobre esta cuestión, ni todas las personas lo interpretaran igual ni el profesorado universitario lo transmitió igual. No obstante, cada vez hay más compañeros/as que creen que nuestro bonito desempeño profesional se complementa a la perfección con salir fuera a cambiar, o a soñar cambiar, las bases de la desigualdad y la injusticia.               

5. Durante el estado de alarma hemos visto a personas expertas del ámbito sanitario, especialmente epidemiólogos/as, médicos/as, enfermeros/as, ¿por qué crees que no han aparecido en los paneles de expertos/as los profesionales del Trabajo Social?

Puede que tenga que ver con el sector de los servicios sociales que es un sistema relativamente más joven y con menos peso institucional que otros. También con nuestra profesión que sigue siendo desconocida, de ahí la importancia del trabajo que tenemos que hacer como colectividad profesional. Se cree que es cuestión de género y que al ser una profesión feminizada nos hemos organizado menos en este aspecto por temas de conciliación o de poca tradición participativa pero ahí están las enfermeras que también han tenido que luchar por encontrar su sitio. Hay que persistir, pero lo conseguiremos, seguro, así que vaya mi agradecimiento a todas y todos los colegas que dedican su tiempo y su formación para poner esta profesión en el lugar que se merece.

Pamplona, 6 de octubre de 2020

ENTREVISTA A
Francisco Idareta Goldaracena
Doctor en Trabajo Social por la Universidad Pública de Navarra.
Actualmente, presidente de la Comisión Deontológica del Consejo General del Trabajo Social
Docente e investigador en el Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad Pública de Navarra como miembro del grupo de investigación Efimec (Ética, Filosofía y Metodología de la Ciencia)

1. Se han cumplido 200 años del nacimiento de Concepción Arenal, ¿qué interés tiene esta figura para el Trabajo Social?

La vida y la obra de Concepción Arenal remueven conciencias. Son ciertamente inspiradoras, ya que, en este sentido, no solo escribió mucho y muy bien, sino que sus intervenciones salvaron muchas vidas y, algunas de ellas, rozaron la heroicidad. Solamente por ello, es ya una figura de interés. Pero además, desde nuestro punto de vista, no solo fue la primera trabajadora social de la historia del Trabajo Social en España, sino que basó su propuesta en la ética de la compasión, considerando que los problemas sociales son problemas morales puesto que en los primeros se pone en juego la dignidad de las personas. Creo que la nuestra es una contribución interesante para el Trabajo Social en España porque identifica a la primera trabajadora social de su historia, constata que la ética es fundamental en su aportación, evidencia que los valores que profesa (dignidad, libertad, igualdad, fraternidad y justicia social) sintonizan con la disciplina profesional y que sentó las bases de los derechos humanos en nuestro país. 

Por otra parte, Arenal quiso limar asperezas entre los católicos antiliberales y los liberales anticlericales de su época. Pero tras la Restauración de 1875, este catolicismo antiliberal imperante triunfó sobre el liberalismo, inoculándose años más tarde en el ideario de José Antonio Primo de Rivera. Recientemente, Óscar Cebolla (2020) publicaba una obra en la que se constataba que el origen del Trabajo Social en España se encuentra directamente vinculado con el régimen de Primo de Rivera. El mismo catolicismo antiliberal al que se enfrentó Arenal, es decir, el catolicismo no reformado y contrario al liberalismo (clerical y anticlerical), fue el que heredase Primo de Rivera en 1923 (Lacalzada, 1996). El mismo que abocaría a las dos Españas a una guerra civil años más tarde. En este sentido, cabe destacar que su hermana, Pilar Primo de Rivera, se hizo cargo de la Sección Femenina de la Falange durante la Guerra Civil de 1936, siendo la persona a la que el mismísimo Francisco Franco encomendase la labor de impulsar la creación de una Escuela de Asistentes Sociales en Madrid al considerar que el trabajo social (entonces, asistencia social) encajaba perfectamente dentro de la labor que realizaba la Sección Femenina.

Del mismo modo que en la época arenaliana, los católicos de la primera mitad del siglo XX también adoctrinaban en la alianza Trono-Altar. Por lo que, como ya indicamos en diferentes aportaciones (Idareta, Úriz y Viscarret, 2017; Idareta, 2016), durante un período histórico determinado, la intervención social estuvo, a grandes rasgos, condicionada por la fe ciega, el dogma, la oración, el culto externo y la atención a los más desfavorecidos con escaso arsenal metodológico y un exceso de voluntarismo y de paternalismo. Habría que esperar a la finales de la década de los 70 del siglo XX, con el impulso atemperado de la reconceptualización, para poder hallar en el Trabajo Social español los ecos de la propuesta de intervención social y de reformas sociales que identificamos en Concepción Arenal y, con ello, los primeros pasos hacia la recuperación y la rehabilitación de la perspectiva ética en Trabajo Social. 

2. Usted destaca el papel de María José Lacalzada de Mateo en el reconocimiento y difusión de la vida y obra de Arenal, ¿cuál es su importancia?

María José es una pieza clave en el esclarecimiento de la contribución de Concepción Arenal al pensamiento universal, ya que gran parte de las investigaciones posteriores parten de sus aportaciones y la inmensa mayoría apenas ha aportado nada nuevo. De hecho, podríamos decir que gran parte de lo que se conoce sobre Concepción Arenal lo sabemos gracias a María José. Ella ha sido capaz de identificar las sutiles armonías de los complejos y, a veces, imperceptibles matices claroscuros de la vida y obra arenaliana como nadie antes lo había hecho. Creo que su objetivo siempre ha sido traducir el mensaje arenaliano con la mayor fidelidad posible, al margen de las modas y de los aplausos del momento, con mucha prudencia y una gran humildad. Ciertamente, creo que el legado de Concepción Arenal queda en las mejores manos. 

Desde mi punto de vista, María José es una digna heredera del pensamiento arenaliano. Desde luego que la única en el panorama nacional e internacional con una trayectoria investigadora de varias décadas dedicadas al universo arenaliano. Es una mujer a la que admiro y aprecio mucho. Gran parte de lo que conozco sobre Concepción Arenal se lo debo a ella. Además, siempre está dispuesta a ayudar. Tuvo la gentileza y la amabilidad de acompañarnos en la presentación del libro que el Consejo General de Trabajo Social organizase por todo lo alto en Orense el 31 de enero de 2020 con motivo del bicentenario. Nunca olvidaré, ni agradeceré suficientemente que nos honrase con su presencia y con su sabiduría en un día tan especial. 

3. ¿Considera que la palabra arenaliana trasciende épocas? ¿Tiene que ver con lo que entendemos actualmente por trabajo social?

Tiene que ver con que su mensaje se dirige al corazón de las personas de cualquier época, desde donde trata de despertar en cada una de ellas su conciencia de humanidad. La palabra arenaliana pretende azotar conciencias, conmover corazones y reclamar responsabilidad a cada ciudadano. Había que pensar alto, sentir hondo y trabajar recio, sin importar el credo, la clase o la cultura a la que perteneciese cada sujeto. La palabra arenaliana vivifica y reconforta, cautiva y convence, urge a actuar a las personas frente al trato indigno o las injusticias sociales. Pero, sobre todo, la palabra arenaliana hermana a los seres humanos, puesto que ella entiende que es en relación social y asociándose como logran perfeccionarse y resolver mejor sus problemas sociales. La palabra arenaliana promueve y salvaguarda la dignidad humana y la perfectibilidad moral de las personas, teniendo siempre como horizonte la justicia social y la ética como eje central de su propuesta. Algo que tiene mucho que ver con lo que posteriormente vino a denominarse Trabajo Social. Mientras el ser humano conserve su inteligencia, su sensibilidad y su moralidad y sea capaz de identificar los devastadores efectos de la ignorancia, de la insensibilidad y del egoísmo en la sociedad, Concepción Arenal tendrá siempre algo nuevo que decirnos: un leve susurro suyo desde el siglo XIX aporta más al Trabajo Social actual que todos los altavoces del siglo XXI. 

4. ¿Cuál es la evolución que tuvo el concepto de caridad en la obra de Concepción Arenal? ¿Es posible diferenciar la caridad de la compasión en dicha obra?

Los católicos antiliberales del siglo XIX entendían la caridad asociada al dogma, a la fe, a la oración, al culto externo y a la asistencia al necesitado para lograr la salvación del alma, mientras que para Arenal la caridad hermanaba, lograba vincular a personas de diferentes clases, de diferentes credos. No la consideraba exclusiva de los cristianos católicos, sino que la contemplaba desde el ecumenismo, como pieza clave del hermanamiento entre diferentes perspectivas religiosas y, por ello, tendente hacia el diálogo interreligioso y el respeto de las personas, más allá de los credos que cada una de ellas profesase. Para ella, la caridad es un sentimiento de humanidad, una disposición humanitaria y no un medio para la propaganda ideológica, política o confesional. Dado que la caridad es una pieza importante en la obra de Arenal, Julio Alarcón y Meléndez trató de recatolizarla. No obstante, en este sentido, comparto con María José Lacalzada (1996) que si Concepción Arenal hubiese sido tan católica, no habría sintonizado ni con el liberalismo, ni con la Ilustración, ni con el librepensamiento. 

La caridad arenaliana, a diferencia de la planteada por el catolicismo antiliberal, nos aproxima al diferente y permite que empaticemos con su vulnerabilidad a medida que vamos perfeccionando nuestras capacidades (intelectuales, morales y de sensibilidad). La caridad es un deber moral de todas las personas para con el bien común, pero eso no exime la responsabilidad de las asociaciones benéficas y las del Estado. Por ello, la caridad arenaliana no depende de preceptos religiosos externos sino del compromiso interno de cada sujeto para con su conciencia. La caridad arenaliana significa respeto a la dignidad del otro, logra neutralizar o, en su caso, atemperar los odios y, precisamente por ello, genera espacios de encuentro y entendimiento. La caridad no solo es instinto o sentimiento, como para los católicos. La caridad también es hábito, razón y sistema. 

A mi juicio, Arenal inicialmente entendía la caridad como sentimiento y como deber. Pero debido a que, pese a su insistencia, seguía prevaleciendo la idea de caridad promovida por los católico antiliberales, es decir, la caridad entendida únicamente desde la fe ciega y el sentimiento, creemos que Arenal comenzó a defender la caridad como deber moral y justicia social, recurriendo a la compasión como impulsora y humanizadora de ambas. Ella entiende la compasión como sentimiento por el cual la persona se siente interpelada y conmovida por el dolor y el sufrimiento del otro, siendo esta una afectación que le urge a ayudarlo. Así, como ya lo señalamos en otro lugar (Idareta, 2020), Arenal acabó comprendiendo la compasión como la caridad, es decir, como sentimiento y como deber. Una compasión que se asemeja a la propuesta realizada por Martha Nussbaum (2008) y que cumple con los criterios cognitivos necesarios para calificar a la propuesta arenaliana como ética de la compasión. 

Como ya hemos anticipado, la teoría normativa del bien arenaliana armoniza la tensión existente entre el instinto, el sentimiento y la razón, explicando que la tendencia al bien pasa del corazón a la cabeza (Arenal, 1861). Por lo tanto, la compasión es una pieza clave como ella misma señalase: “Beneficencia es la compasión oficial, que ampara al desvalido por un sentimiento de orden y de justicia. Filantropía es la compasión filosófica, que auxilia al desdichado por amor a la humanidad y la conciencia de su dignidad y de su derecho. Caridad es la compasión cristiana, que acude al menesteroso por amor de Dios y del prójimo” (Arenal, 1861: 76). Se muestra de este modo que además de asignar una función a la sociedad civil, a las asociaciones y al Estado, establece la compasión como elemento fundamental de su teoría normativa del bien. 

5. En su libro habla de la teoría normativa del bien, resumidamente, ¿cuáles son las claves de esta teoría?

Arenal propuso esta teoría para solucionar el gravísimo problema que se originó en su época entre la caridad privada y la beneficencia pública. Para ella, cada ciudadano tiene un deber moral según su situación social: las personas más desfavorecidas tendrán un deber moral negativo, es decir, no deberán hacer el mal; mientras que las personas formadas y con más recursos tendrán un deber positivo, es decir, deberán hacer el bien. Por lo tanto, la sociedad civil tiene su parte de responsabilidad en los problemas sociales. Pero esto no era suficiente y por ello propuso que los sujetos tenían que asociarse para solucionarlos mejor y perfeccionarse como personas, así como que el Estado debería hacerse cargo de todo aquello que ni las asociaciones ni la ciudadanía podían hacer para salvaguardar la dignidad de los sujetos más desfavorecidos. De ese modo, logra articular las sinergias de la ciudadanía (instinto), de las asociaciones (sentimiento) y del Estado (razón), trasladando que, desde esta perspectiva, la caridad privada y la beneficencia pública eran complementarias y debían velar por garantizar la dignidad de las personas y el bien común a través de la justicia social. 

6. ¿Qué responsabilidad política tiene el Estado en la teoría normativa del bien y cuál debe ser el papel de las asociaciones?

Ya lo indicaba en la respuesta anterior. La intervención del Estado ha de ser mínima, es decir, cuando ni la ciudadanía ni las asociaciones puedan hacerse cargo de los problemas sociales y de la vulneración de la dignidad que estos puedan originar. Desde el prisma arenaliano es el Estado el que “debe hacer las cosas que hace mejor que tú, y dejarte que hagas las que haces tú mejor que él” (1880, Carta 19ª). Por otra parte, ella considera que “el que puede más, debe más” (1880, Carta 15ª), es decir, “el que tiene un poder, está obligado a emplearlo bien: poder es deber” (1868: 8). De ahí que si, por ejemplo, en la actualidad los ciudadanos pueden cumplir con las medidas de seguridad, deben hacerse cargo de ello. Si, por el contrario, los ciudadanos no pueden permitirse costearse varias mascarillas al día, es el Estado el que debe garantizárselas. Los productos y bienes de primera necesidad lo son porque de ellos depende la supervivencia de cada sujeto, cuya dignidad hay que seguir garantizando en cualquier caso. 

Con respecto a las asociaciones, hay que recordar que, en aquella época, la Iglesia padecía la desamortización y que el Estado no tenía obligación de intervenir directamente en los problemas sociales que se originaban. De ahí que ella preparase el manual El visitador del pobre (1863) con el propósito de movilizar la ciudadanía a través de las asociaciones benéficas para mejorar la integración de las personas más desfavorecidas, siguiendo la estela del liberalismo europeo. De hecho, en el caso de las personas más desfavorecidas ella no sólo señalaba que su deber moral debía consistir en no hacer el mal, sino que añadía que debían trabajar, instruirse, pero, sobretodo, asociarse. Dirigiéndose a los obreros, ella indicaba: “asociarte, ilustrarte, moralizarte: he aquí el medio, el único medio de alcanzar el mayor fruto posible de tu trabajo” (1880, Carta 16ª). Para ella lo importante es “asociarse; buscar en la unión la fuerza, y en la comunicación las fecundas inspiraciones” (1868: 10). Esta predilección por el movimiento asociacionista tiene que ver con que ella entiende que los seres humanos somos sociales por naturaleza y que salimos al encuentro de los demás debido a nuestra inherente vulnerabilidad. Somos humanos en relación con los demás y es asociados como nos perfeccionamos moralmente y logramos solucionar mejor los problemas sociales. Algo que entronca con las propuestas liberales con tendencias socialistas de diferentes autores de la época. 

7. Para usted, ¿cuál es la principal diferencia entre la perspectiva ética de Nusbaum y la de Arenal en la esfera de la responsabilidad?

Para Nussbaum, el juicio de inmerecimiento (de fallo o de error) señala que nos compadeceremos de quien no ha sido responsable de su infortunio, fallo o error, mientras que para Arenal nos compadeceremos del dolor ajeno tanto si ha sido responsable de su infortunio (fallo o error), como si no, es decir, siempre que haya sido vulnerada su dignidad y siempre que ella, por sus propios medios, no sea capaz de protegerla ni de defenderla. 

8. Para concluir, ¿por qué es recomendable la lectura de su libro?

Creo que el Trabajo Social español se ha venido inspirando desde hace muchos años en referentes de otros países, sin darse cuenta de que en España contábamos con una de las más insignes: Concepción Arenal. Este libro profundiza en su contribución al Trabajo Social, considerándola, como mínimo, a la altura de las de las fundadoras del Trabajo Social, Mary Ellen Richmond y Jane Addams. Aunque, indudablemente, la suya se encuentre mucho más próxima de ésta última, ya que tanto Arenal como Addams asumieron la caridad derivada del liberalismo cristiano reformista de la época, en las coordenadas de la socialdemocracia y el progresismo social, siendo para ambas la ética el pilar fundamental sobre el que erigieron sus respectivas propuestas. Así, además de profundizar en la faceta de Concepción Arenal como filósofa moral y trabajadora social, también ahondamos en la de reformadora social, ya que ella revoluciona conciencias desde dentro, pero también es reformadora de actitudes y costumbres a través de la empatía para con los demás. 

Todo esto se puede encontrar en un libro cuya presentación ha sido elaborada por Emiliana Vicente, presidenta del Consejo General del Trabajo Social, y cuyo prólogo ha corrido a cargo de María José Lacalzada, máxima autoridad nacional e internacional en Concepción Arenal, a quien está dedicado el libro. El libro es el tercer número de la selecta colección de Clásicos del Consejo General del Trabajo Social, que ha mimado y cuidado la edición del documento desde el principio. De hecho, para la elaboración de la portada y de la contraportada, he tenido el grandísimo privilegio de contar con la ayuda de Óscar Cebolla, secretario técnico del Consejo General de Trabajo Social y exitoso diseñador gráfico. Por otra parte, el texto está acompañado de diferentes tablas y gráficos que tratan de facilitar la comprensión de los contenidos. 

Tratándose del bicentenario de Concepción Arenal (1820-2020), creo que es una gran oportunidad la que nos brinda el Consejo General del Trabajo Social publicando, junto con Ediciones Paraninfo, un libro sobre esta mujer universal, ya que es un modo de extender la conciencia de humanidad y de ampliar la hermandad de inteligencia y de corazón en las que ella tanto insistiese. Hacerse con un ejemplar es la mejor forma para que profesionales, alumnado, profesorado, investigadores, etc. puedan constatar que Arenal revolucionaba conciencias conmoviendo las entrañas de las personas y que su aportación es la de la primera trabajadora social de la historia del Trabajo Social en España. 

Referencias bibliográficas

Arenal, C. (1861). La beneficencia, la filantropía y la caridad. Madrid: Victoriano Suárez.

Arenal, C. (1863). El visitador del pobre. Madrid: Imprenta de Tejado.

Arenal, C. (1868). La voz que clama en el desierto. La Coruña: Tip. de la Casa de la Misericordia. 

Arenal, C. (1880). La cuestión social. Cartas a un obrero. Ávila: La Propaganda Literaria.

Cebolla, O. (2020). El arte del Trabajo Social. Una iconografía de Óscar Cebolla Bueno. Madrid: Alejandro Robledillo. 

Idareta, F. (2016). Siglo y medio de compromiso ético del Trabajo Social (1861-2016): estudio comparativo entre el ámbito internacional y el nacional. Humanismo y Trabajo Social, 16, 11-26.

Idareta, F. (2020). Concepción Arenal: reformadora moral y social desde la compasión. Madrid: Consejo General del Trabajo Social – Ediciones Paraninfo. 

Idareta, F., Úriz, Mª.J. y Viscarret, J.J. (2017). 150 años de historia de la ética del Trabajo Social en España: periodización de sus valores éticos. Cuadernos de Trabajo Social, 30 (1), 37-50.

Lacalzada, Mª.J. (1996). Concepción Arenal. Dios y Libertad. Estudio preliminar, revisión y notas. Vigo: Museo de Pontevedra.

Nussbaum, M.C. (2008). Paisajes del pensamiento. Barcelona: Paidós. 

Santa Cruz de Tenerife, 29 de septiembre de 2020

Jonathan Regalado Piñero
Trabajador Social Clínico. Máster en Intervención Social y Comunitaria. Doctor en Psicología.
Director del Instituto Español de Trabajo Social Clínico. Director del Experto Universitario en Trabajo Social Clínico.
Docente en Diplomados de Trabajo Social Clínico de Chile y México

1. ¿Cómo se define el Trabajo Social Clínico?

No existe consenso internacional en cuanto a la definición del Trabajo Social Clínico (TSC). A lo largo del tiempo se han ido proporcionando distintas definiciones, con aspectos en común y divergencias. Este esfuerzo por definir los parámetros del TSC ha sido crucial para crear una identidad delimitada, tanto dentro como fuera de la profesión. 

Una definición reciente la aporta Ituarte (2017), la cual concibe al TSC como:

Una práctica especializada del Trabajo Social y un proceso relacional psicoterapéutico que trata de ayudar a un cliente a afrontar sus conflictos psicosociales, superar su malestar psicosocial y lograr unas relaciones interpersonales más satisfactorias, utilizando sus capacidades personales y los recursos de su contexto socio-relacional (Ituarte, 2017, p. 20).

Este autor entiende el TSC como una práctica especializada, cualificada y terapéutica del Trabajo Social que provee servicios directos de evaluación, prevención e intervención a individuos, grupos y comunidades, con el objeto de aumentar el bienestar psicosocial y reducir las situaciones perturbadoras del mismo (el malestar). La clínica del Trabajo Social es un proceso relacional, terapéutico, performativo y político, cuyo objeto (lo clínico), es la dimensión simbólico-subjetiva de la experiencia humana en interacción con su contexto material-ambiental. 

Para el Trabajo Social, lo clínico es la experiencia subjetiva humana, que se expresa a través del bienestar/sufrimiento, como causa y consecuencia de la interacción de las personas con su contexto histórico, ambiental y sociocultural. Esta concepción de la clínica diverge de los postulados ortodoxos de la clínica de la Psicología y la Psiquiatría, como expresión de signos y síntomas de la enfermedad y/o trastornos. La dimensión simbólico-subjetiva es un objeto disciplinar de mayor alcance y rango que la psicología humana; es un aspecto tan vasto, multideterminado y multidimensional, que es imperativo la intervención con ella desde múltiples disciplinas. Esto hace del TSC una especialidad pertinente y necesaria para el abordaje de problemáticas altamente complejas.  

2. ¿El Trabajo Social Clínico contemporáneo es una práctica normativa, acrítica y funcional al estatus quo?

La respuesta es no. A diferencia del TSC de los inicios, gran parte del TSC contemporáneo reivindica una práctica crítica, política y emancipadora, que persigue como fin último, la justicia social, los derechos humanos y la emancipación del sujeto de las condiciones de opresión. Este es uno de los elementos diferenciadores de la clínica del Trabajo Social con respecto a clínicas de otras disciplinas. El TSC es la única disciplina y profesión que pone la terapia al servicio de la justicia social. Para ello ha desarrollado, promovido y utilizado métodos y prácticas diversas como la Defensa de Caso (Gómez & Yasson, 2007; Hoefer, 2006; McLaughlin, 2006), Modelo de Salud Liberador (Belkin y Fleck, 2014), el Casework Radical (Fook, 1992), el Casework de Bertha Reynolds (1982), que combina teoría marxista y psicoanálisis freudiano; el Modelo de educación popular de Paulo Freire; la práctica ideológica o el análisis y evaluación estructural. 

3. ¿Qué servicios ofrece el Trabajo Social Clínico a las personas con las que trabaja?

En el contexto anglosajón, donde mayor expansión y desarrollo ha experimentado el TSC, los ámbitos de intervención más comunes son (Dorfman, 1996):

  • Educación primaria y secundaria.
  • Centros infantiles de día. 
  • Programas de asistencia al trabajador/a en la empresa.  
  • Ámbito sanitario. 
  • Unidad Psiquiátrica de Agudos.
  • Servicios de protección a la infancia.
  • Agencias de servicios a la familia. 
  • Centros comunitarios de salud mental. 
  • Centros Universitarios de Counselling. 
  • Prisiones.   
  • Tribunales. 
  • Departamentos policiales. 
  • Servicios de rehabilitación de drogas y alcohol. 
  • Servicios de cuidados de larga duración. 
  • Servicios en el hogar.
  • Consulta privada. 

En el contexto español, el conocimiento de los ámbitos de intervención es escaso, dado que la literatura e investigación al respecto de este asunto son escasas. Algunos de los ámbitos de prácticas del Trabajo Social Clínico en España son (Ituarte, 2017): 

  • Centros de salud de atención primaria. 
  • Servicios sociales municipales. 
  • Servicios de atención a personas en situación de dependencia.
  • Organizaciones No Gubernamentales. 
  • Servicio público de salud mental infanto-juvenil. 
  • Consulta privada de Trabajo Social Clínico.  

Es habitual caer en el error de asociar el TSC con la psicoterapia como si de sinónimos se tratara. El TSC va más allá de la psicoterapia (Dorfman, 1996; Hollis, 1972) y así lo demuestra el amplio abanico de servicios y funciones que presta de manera más frecuente, a saber: psicoterapia, terapia familiar, terapia de grupo, consejería, educación, intervención en crisis, agencia de recursos, defensa de caso, uso de recursos sociales, gestión de casos, grupos de apoyo y de autoayuda, colaboración interdisciplinaria, supervisión e investigación (Dorfman, 1996; Norten, 1995).

4. En los últimos cinco años se está avanzando mucho en el desarrollo del Trabajo Social Clínico en España y Latinoamérica ¿Qué acontecimientos han ayudado a este resultado?

En el proceso de evolución y desarrollo del Trabajo Social Clínico, visto desde una perspectiva iberoamericana, se pueden establecer tres fases diferenciadas: 

  1. Fase de gestación (EE.UU y Canadá 1889-1970), donde las precursoras de la profesión y la escuela del casework establecen las bases clínicas del Trabajo Social. 
  2. Fase de desarrollo (1970-2010): el Trabajo Social Clínico se institucionaliza como especialidad de la profesión en Estados Unidos, comienza a desarrollarse una importante producción científica y se implanta en algunos países de Europa, África y Oceanía. 
  3. Fase de Expansión (a partir del 2010), comienza a surgir el interés renovado por el Trabajo Social Clínico en Iberoamérica, instituciones dedicadas a su desarrollo, los primeros estudios específicos de posgrado y una presencia digital sin precedentes. 

A continuación, se exponen algunos de los acontecimientos ocurridos en los últimos 4 años (sin ánimo de resultar exhaustivo) que ponen de manifiesto la expansión del TSC en nuestro contexto hispanohablante. 

2016

El trabajador social clínico chileno Diego Reyes Barría crea el grupo en la red social Facebook denominado Comunidad Internacional del Trabajo Social Clínico, que en la actualidad aglutina más de 7.000 miembros. Se ha convertido en una plataforma de comunicación e intercambio entre profesionales del Trabajo Social de todo el mundo, interesados en la práctica clínica. 

2017

  • Los trabajadores sociales clínicos Jonathan Regalado y Diego Reyes crean el espacio web denominado CITSC – Comunidad Internacional del Trabajo Social Clínico (IETSC, 2020). Este supone el primer espacio web en castellano dedicado exclusivamente a la visibilidad, legitimidad y difusión de la práctica del TSC. 
  • Se publica el libro Prácticas del Trabajo Social Clínico, coordinado por Amaya Ituarte (Ituarte, 2017). Este hecho resulta relevante en la medida en que no existe ningún otro título conocido en castellano, publicado después de 1992, que sea explícitamente de TSC. Se trata de una obra escrita por 11 autores, donde se realiza un acercamiento teórico y práctico a la diversidad de ámbitos y contextos en el que se está haciendo práctica clínica en España.

2018

  • El Colegio Oficial de Trabajo Social de Santa Cruz de Tenerife, constituye la primera Comisión Colegial de TSC en España, promovida por el Dr. Jonathan Regalado. 
  • Se crea el primer Doctorado en TSC en un país hispanohablante, concretamente en la Universidad Interamericana de Puerto Rico, promovido de manera intensa por el Dr. José Luís Castro. 

2019

  • Se constituye el Instituto Español de Trabajo Social Clínico (IETSC), dirigido por el Dr. Jonathan Regalado, siendo la primera institución en España dedicada de manera específica y explícita al desarrollo, promoción y legitimidad del TSC en el país. En ella se proporcionan servicios de capacitación, formación y consultoría para profesionales, así como servicios clínicos para individuos y familias en su Centro de Bienestar Familiar, ubicado en Tenerife. 
  • Se constituye el Instituto Chileno de Trabajo Social Clínico (ICHTSC), dirigido por Diego Reyes Barría y Paola Grandón Zerega, siendo la primera institución en ese país dedicada de manera específica al TSC. 
  • El Dr. Jonathan Regalado desarrolla un ciclo de conferencias y seminarios presenciales para diversas Universidades e Instituciones en Ecuador, Panamá, Chile, Argentina y México que contribuyen a generar contextos de reflexión en torno a esta especialidad y comenzar el diseño e implantación de Maestrías y Posgrados en TSC.
  • El Colegio Oficial de Trabajo Social de Santa Cruz de Tenerife (2019), publica la Guía Breve de Trabajo Social Clínico, coordinada por el Dr. Jonathan Regalado y revisada por expertas y expertos como Amaya Ituarte, Josefa Fombuena y Juan M. Herrera. Este documento supone una de las primeras actuaciones explícitas de legitimidad del TSC por parte de las instituciones profesionales en nuestro país. 

2020

  • En enero de 2020 comienza la capacitación denominada Fundamentos y Práctica del Trabajo Social Clínico, de mano del IETSC y dirigida por el Dr. Jonathan Regalado. Esta formación ha sido organizada en colaboración con los Colegios Oficiales de Trabajo Social de Huelva, Asturias y Castellón, y en la que han participado más de 150 profesionales de España y Latinoamérica. 
  • El Colegio Oficial de Trabajo Social de Tenerife organiza las primeras Jornadas de Trabajo Social Clínico en España, para marzo de 2020, las cuales se cancelan una semana antes de su celebración debido a la crisis sanitaria por la COVID-19.
  • El IETSC desarrolla y pone en marcha el Experto Universitario en Trabajo Social Clínico, en colaboración con la Universidad Europea Miguel de Cervantes (IETSC, 2020b). Está dirigido por el Dr. Jonathan Regalado y cuenta con un equipo de 17 docentes de España, Chile, Argentina y México. Es el primer título universitario del país específicamente dedicado al TSC y que va a permitir conformar la primera cantera de trabajadores y trabajadoras sociales clínicas del España. 
  • El ICHTSC pone en marcha el primer Diplomado en Trabajo Social Clínico de Chile, dirigido por Diego Reyes y Paola Grandón. 
  • Se desarrolla en México el primer Diplomado en TSC en la historia del país, organizado por el Instituto Politécnico Nacional dependiente de la Secretaría de Educación Pública. 
  • El Consejo General de Trabajo Social en España organiza un webinar sobre TSC, dictado por Josefa Fombuena y Dolores de Pedro. Este evento resulta relevante porque supone una de las primeras acciones de legitimación del TSC por parte de la institución profesional más importante del país. 

Por otra parte, la presencia digital del TSC en internet y las redes sociales ha experimentado un incremento radical en los últimos años. Una evidencia de ello es que desde 2018 los libros especializados que tratan directa o indirectamente sobre TSC han pasado de 1.640 a 4.000 en Amazon. Las descargas digitales de artículos de la Clinical of Social Work Journal durante el último año han sido más de 200 mil (Springer, 2020). Por otra parte, los resultados de Google con el término “Trabajo Social Clínico” han pasado de 5,5 millones en 2018 a 240 millones en septiembre de 2020. Los resultados de búsqueda con el término “Clinical Social Work” ascienden a 595 millones actualmente. En Google Académico encontramos 4 millones de resultados en literatura relacionada con el TSC. En cuanto a hastags se refiere, son más de 2 millones los resultados en una monitorización realizada en septiembre de 2020 con los hastags #ClinicalSocialWork y #ClinicalSocialWorker. 

5. ¿Qué ha de hacer la profesión en España para consolidar el TSC como especialidad?

Hemos de desarrollar las actuaciones necesarias para lograr los siguientes objetivos: 

  • Lograr que el TSC contemporáneo sea conocido dentro y fuera de la profesión. En la actualidad gran parte de la profesión lo desconoce, o lo conoce de manera sesgada y reduccionista. 
  • Lograr el desarrollo de formación, capacitación y supervisión desde la Universidad y las instituciones profesionales. Esto implica la creación de posgrados por todo el territorio nacional, y a medio plazo, consolidar un Máster Oficial en Trabajo Social Clínico con práctica residente. 
  • Regular la práctica del TSC a nivel institucional, es decir, que el Consejo General del Trabajo Social desarrolle las exigencias necesarias para el ejercicio de la especialidad y los estándares para su práctica. 
  • Lograr que la ciudadanía conozca el alcance y utilidad del TSC, y con ello, generar demandas clínicas en los contextos de intervención. 
  • Lograr que la práctica del TSC se extienda y consolide en los contextos públicos de intervención, con especial atención a Servicios Sociales, Salud, Educación y Justicia.

El futuro del TSC en España depende principalmente de lo que hagamos (o dejemos de hacer) los y las profesionales de “a pie”. Nuestra proactividad contagiará a las instituciones profesionales que, a su vez, promoverán acciones para retroalimentarla y, con ello, generarán oportunidades para que a nivel político y civil termine de consolidarse el TSC como especialidad, y se sancione con la legitimidad que merece.  

REFERENCIAS

Belkin, D. y Fleck, A. (2014). Social Justice in Clinical Practice. New York:: Routledge.  

Colegio Oficial de Trabajo Social de Santa Cruz de Tenerife, 2019. Guía Breve de Trabajo Social Clínico. Recuperado de https://www.colegiotstenerife.org/actualidad/novedades/170-guia-breve-sobre-trabajo-social-clinico.html 

Dorfman, R. A. (1966). Clinical social work. Definition, practice and visión. New York. Brunner/Mazel.

Fook, J. (1992). Radical Casework: A Theory of Practice. Allen & Unwin

Gómez, C. y Yasson, J. (2007). Revolutionizing the clinical frame: individual and social advocacy practice on behalf of trauma survivor. Journal of Aggression, Maltreatment & Trauma, 14 (1-2), 245-263.  

Hoefer, R. (2006). Advocacy practice for social justice. Chicago: Lyceum Books Inc.  

Hollis, F. (1972). Casework: a psychosocial therapy. Nueva York: Random House 

IESTC (2020). 

  1. Comunidad Internacional del Trabajo Social Clínico. Recuperado de https://www.trabajosocialclinico.com/contenidos
  2. Experto Universitario en Trabajo Social Clínico. Recuperado de https://www.trabajosocialclinico.com/expertotrabajosocialclinico 

Ituarte, A. (coord.) (2017b). Prácticas del Trabajo Social Clínico. Valencia: Nau Llibres. 

McLaughlin, A. M. (2006). Clinical social work and social justice. Dissertation Abstracts International. The Humanities and Social Sciences, 6(11), 4337.  

Northen, H. (1995). Clinical Social Work Knowledge and Skills. Nueva York: Columbia University Press.

Pearmmutter, S. (2002). Achieving political practice: integrating individual need into social action. (1), 31-51. Journal of Progressive Human Services, 13.

Reynolds, B. C (1982). Between Client and Community: A Study in Responsibility in Social Case Work. New York: NASW. 

Springer, 2020. Clinical Social Work Journal. Recuperado de https://www.springer.com/journal/10615 

Málaga, 22 de septiembre de 2020

Estefanía Martín Palop
Trabajadora Social. Senadora por Málaga

El ejercicio de la política, como actividad pública de servicio a la ciudadanía, requiere de servidores y servidoras que aúnen el saber hacer y una sensibilidad por lo público. Hoy la política exige un plus de compromiso, a la vez que requiere un conocimiento propio, de aplicación a la acción política. 

Esa es la base de la responsabilidad y función contemporánea que debe cumplir una persona dedicada a la política, y más en tiempos de desafección y descrédito de la representación política. 

El Trabajo Social, reseñando su concepto, en la realidad más actual, está íntimamente vinculado al desarrollo del Estado de Bienestar y del servicio público. El Estado del Bienestar está basado, entre otros postulados, en las tareas que le son propias a nuestra profesión. 

Toda labor que se haga en pro de una sociedad más justa, igualitaria, equilibrada en oportunidades, cuyas aspiraciones hay que promover, tiene en el profesional del Trabajo Social, y en mi caso, una aliada, una defensora. Con la llegada de trabajadores y trabajadoras sociales a la política, y al Senado en mi caso concreto y actual,  contribuimos a garantizar la visión social en la tarea legislativa en España.

El ecosistema sociológico actual se ha ampliado, más allá de las instancias públicas oficiales. Una sociedad como la española, que ha avanzado en estos últimos cuarenta años como nunca antes en su historia desde el complicado siglo XX, ha sabido diversificar sus organizaciones sociales. El tejido asociativo y el Tercer Sector reúne a ONG’s, plataformas vecinales, asociaciones de mujeres, de jóvenes, de la tercera edad; movimientos sociales y ciudadanos que hacen suyos el sistema democrático para hacer avanzar a toda la ciudadanía. Parte de la fortaleza de nuestra democracia radica en la salud de nuestro tejido asociativo. 

En la ciudadanía, no sólo recae el poder de decidir qué gobierno y qué programa ejecutar cada cuatro años mediante el voto en las urnas, la ciudadanía y los colectivos sociales tienen el poder de movilizar e incidir en las políticas públicas que se diseñan y ejecutan.

Somos conscientes, algunas personas por estar en política y otras por activar a la sociedad, de este poder. Ahora nos toca aplicar el conocimiento y nuestro saber hacer profesional para fortalecer y construir desde lo común y comunitario políticas públicas que apuesten por lo público y por el Estado de Bienestar.

La realidad de nuestra sociedad requiere un auténtico diagnóstico social que permita la implementación de políticas contundentes, cercanas y eficaces para paliar las necesidades en cada caso. 

Desde la política, tengo la inmensa fortuna de poder actuar en el diseño legislativo de leyes sociales, que puedan ser aplicadas con los instrumentos y recursos presupuestarios necesarios para hacer realidad parte del diseño de las políticas públicas y políticas sociales que como trabajadores sociales quisiéramos firmar. Aunar el Trabajo Social con la política es una garantía para el bienestar de la ciudadanía.

Dignificar la política requiere de profesionales que lleven a cabo su tarea aplicando su experiencia y su conocimiento como profesionales. Nuestra sociedad requiere de trabajadores sociales que aporten a la política una visión realista y cercana, a la vez de garanticen políticas públicas que permitan intervenir desde lo individual y comunitario para construir el auténtico Estado de Bienestar que un día soñamos.

Una trabajadora social en la política

Una trabajadora social en la política. Lo soy en este orden. No he sido una política que aprendió Trabajo Social, sino una trabajadora social que llegó a la política para ejercer su vocación de servicio público. Está claro que cualquier acción social se imbrica en la política. Somos animales políticos, lo dijo Aristóteles. Y lo es porque al vivir en sociedad, prácticamente desde las cavernas, se ha organizado políticamente. Todo asunto público le concierne e intenta participar. El acto de votar es un ejemplo evidente. Pero esa forma de relación social tiene un objetivo primordial, que es la convivencia, una convivencia donde cada persona pueda sentirse dignamente tratada y desarrollada. Una convivencia sostenible y adecuada para cada una de las personas que integramos la comunidad. Ahí, creo yo, está la más grata e inmensa tarea de un político. Si conoce las reglas y las aplica en consecuencia estará trabajando en pro de alcanzar un fin social superior. 

Que trabajadoras sociales como yo estemos en la primera línea de la política es un primer paso importante para que el trabajo del legislador esté influenciado, guiado por la visión cercana de quienes conocemos la calle, los barrios, las casas de acogida, la tragedia de la emigración, el acoso de género, la desigualdad en su más tremenda de realidad vivida en cientos de miles de hogares españoles. Puedo afirmar que todo lo que aprendí durante mis años de estudio en la Universidad, Escuela de Trabajo Social, tenía que ver con la política…y ahora sé bien y mejor para qué sirve.

En la vía en que me encuentro no tengo contradicciones. No son dos caminos, no van en direcciones contrarias. El trabajo social y la política son dos ruedas que unen el mismo eje. La socialdemocracia que defiendo entiende que los vínculos de sus programas están en el desarrollo de las políticas sociales. Las políticas públicas, como el bienestar de los sujetos que forman nuestra sociedad, está justamente en el desarrollo de los servicios sociales, que abarque a toda su población. 

Al igual que la educación y la sanidad públicas son los dos grandes pilares que sostienen nuestro sistema en libertad e igualdad ante las leyes, los Servicios Sociales son el pilar que garantiza la convivencia y la dignidad individual, familiar y comunitaria de las personas en los momentos más adversos y vulnerables.

La justicia social es la base de la igualdad. Las instituciones políticas españolas, desde 1978, se han empeñado en cumplir con ese sueño que nos enseñó la Revolución francesa a finales del siglo XVIII. En esa senda estamos. Y ahí, una trabajadora social, humildemente, tiene mucho que decir, sobre qué indicar, en qué ayudar, porque tengo la capacidad de una trabajadora social y ejerzo desde la política.

Políticas socialdemócratas

Las desigualdades originan pobreza y vulnerabilidad. Marginan y excluyen a amplias capas de la sociedad. Pertenezco a una tradición ideológica que ha puesto en sus objetivos principales luchar contra esa lacra. No hemos concluido, hay trabajo por realizar, sin duda. Pero jamás hemos olvidado que la clave está en fortalecer el Sistema Público de Servicios Sociales.

Durante otras épocas pretéritas, la ayuda social se entendía como un entramado de beneficencia, de distribuir caridad a las personas necesitadas. La democracia que propugnamos es dotarnos de un sistema público que garantice herramientas e instrumentos para dignificar el desarrollo y crecimiento de cada una de las personas de nuestra comunidad. Aquella caridad paliaba el hambre, en el mejor de los casos, pero no dignificaba a las personas. Se recibía como una limosna a las puertas de los templos. De alguna manera se les arrebataba a las personas la dignidad, de ser y poder crecer en igualdad de oportunidades, sin que ninguna cuna ni adversidad les negase la capacidad de poder llegar a ser o vivir de la manera más digna que podamos disfrutar como sociedad avanzada. 

El sistema público de Servicios Sociales es la piedra angular de nuestra nueva sociedad, nuestro cuarto pilar de bienestar, en la que venimos construyendo desde 1978. Fortalecer, como he apuntado, las políticas sociales y la cohesión de las organizaciones sociales nos da una coherencia para el crecimiento como personas dueñas de nuestras propias vidas. El trabajador social es un pilar para garantizar el desarrollo de dicho sistema público y hacerlo más sólido, más solidario, más extenso.

Desde las tareas propias de los profesionales del trabajo social veo un panorama de intenso trabajo, me atrevo a decir que el momento es crítico: o seguimos construyendo un robusto sistema público de atención o la propia crisis, su profundidad y alcance, permitirá a algunos adoptar medidas que perviertan este sistema público, una involución a la caridad citada anteriormente.

El Trabajo Social colabora en el diagnóstico cierto y preciso de nuestra sociedad. En tal empeño, las personas dedicadas a la política,  especializadas en ese campo aportamos ambas visiones: el conocimiento social y la acción política y social. Sería inconsciente no ver el potencial de la comunidad organizada, ni la fuerza que tienen esos colectivos, indispensables para avanzar hacia una sociedad mejor, más próspera, con menos diferencias, con mejor futuro.

Propugno la ampliación y el fortalecimiento de nuestro Estado de Bienestar Social. Eso nos va a permitir una mayor solidez en la cohesión social, como una amplia base para la convivencia. Lo defiendo desde la primera fila del Trabajo Social como desde la primera línea de acción política. 

Queda camino por construir. Las políticas públicas no terminan de avanzar, nunca, porque las necesidades de la sociedad española crecen con las dificultades sobrevenidas de cada avance social y político. Un buen ejemplo es la triste época en la que vivimos a causa de la pandemia de la Covid19. Tenemos que garantizar, lo antes posible, la universalización del Sistema Público de los servicios sociales. Esto es tanto garantizar la igualdad en el acceso de éstos; como el desarrollo de prestaciones y servicios, de calidad, como derecho subjetivo de las personas.

Desechar, asimismo, la tesis de la ayuda por caridad, que aún impregna el discurso latente en las líneas de la derecha, que atentan los cimientos más prácticos y profundos del sistema público de servicios sociales. Más en estos días y meses, cuando las familias se enfrentan a dificultades económicas como nunca antes a causa de la pandemia. Todo esto me reafirma en pensar que nuestra línea de trabajo es la de apuntar hacia fortalecer el sistema público en todas sus instancias. Para ello, necesitamos contar con presupuestos adecuados, continuados, razonados y eficientemente manejados.

Vivimos tiempos de zozobra. El presente se ha tambaleado y nos asoma un futuro inmediato difícil, duro. Se hace necesario que los políticos jóvenes interpreten los signos nuevos de este tiempo. 

Comprender un mundo que ha cambiado, casi de un día para otro, se nos impone escuchar más a la ciudadanía, hacerles participar en las soluciones factibles. Creo que es la vía para lograr, mantener y extender, nuestra convivencia y nuestro Estado de Bienestar.

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